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ANA E. ROSETE, GRUPO CANTÓN
La Glorieta de Insurgentes parece que dejó de ser jurisdicción del Gobierno de la Ciudad de México para ser propiedad del ambulantaje.
Hace dos años, en noviembre de 2021, la administración local comenzó una mesa de trabajo para que el tianguis instalado en el sitio fuera removido, sin embargo los vendedores decidieron apropiarse del espacio tras la llegada de Martí Batres al poder.
Aunado a ello feministas, indigentes e integrantes de la comunidad LGBTTTIAQ montaron un tianguis disidente a modo de protesta en donde algunos, además, pasan la noche.
En la glorieta hay un evidente contraste, mientras que de un lado el olor a marihuana, thínner y orines ambientan el bajo puente del Metrobús del otro lado hay un Pilares del Bienestar en donde huele a sueños e ilusiones, a ganas de aprender.
La explanada también está llena de puestos, chicharrones y papas comparten la lona para cubrirse del sol con unos vendedores de ropa de paca, frente a ellos venden pipas y hitters para fumar hierba.
La gente aprendió a convivir con ellos, nadie recuerda que hace unos años fue rehabilitada y en su piso se hizo un mapa con la Red del Sistema de Transporte Colectivo Metro, en el piso las líneas de colores comenzaron a desaparecer y las placas de las estaciones han sido cubiertas por los enseres de lámina y lona.
Fue en 2017 cuando la Secretaría de Obras y Servicios comenzó con los trabajos de rehabilitación en donde la inversión de 107 millones de pesos hoy parece haber sido en vano.
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