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RICARDO SEVILLA
Ayer, el presidente López Obrador recomendó a Mara Lezama, gobernadora de Quintana Roo, cancelar los contratos millonarios que la familia Ballesteros tiene en esa entidad.
Pero ¿quién esa familia que, en Quintana Roo, es señalada como la mafia del agua?
Para responder a esas interrogantes es necesario hablar, de entrada, sobre Jorge Eduardo Ballesteros, dueño de la empresa Desarrollos Hidráulicos de Cancún, S.A. de C.V., mejor conocida por su nombre comercial: Aguakan.
Este personaje, que tiene un largo historial de empresas quebradas, paradójicamente, es un hombre multimillonario cuyo patrimonio, lejos de menguar, sigue acrecentándose. Y eso tiene una explicación.
Jorge Eduardo Ballesteros fue uno de los empresarios consentidos del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, quien, una y otra vez, rescató las empresas de los Ballesteros de la quiebra.
Pero los Ballesteros no sólo recibieron la protección de Salinas. También recibieron un trato privilegiado en las administraciones de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Jorge Eduardo es hijo de Crescencio Ballesteros Ibarra, quien, en 1959, creó la compañía Grupo Mexicano de Desarrollo con apoyo del gobierno de Adolfo López Mateos. Y, a partir de ahí, Ballesteros fue uno de los empresarios más apapachados del régimen priísta. Y, gracias a sus contactos con la élite política, se convirtió rápidamente en uno de los personajes más prósperos, influyentes y polémicos de este país.
En 1968, por ejemplo, Ballesteros Ibarra adquirió acciones de Mexicana de Aviación, una aerolínea que, al cao del tiempo, terminó quebrando. Posteriormente, en 1976, con ayuda de Luis Echeverría, Ballesteros Ibarra adquirió acciones de la poderosa empresa Altos Hornos de México.
El zedillato también consintió a los Ballesteros. Incluso, sus empresas fueron de las más favorecidas por el Fobaproa.
Esta familia ha hecho de las suyas en México y Estados Unidos. De hecho, la Comisión de Valores y Cambios de Estados Unidos acusó de fraude a Jorge Eduardo Ballesteros.
Y, por si fuera poco, desde 1994, tienen la concesión de agua en Cancún, Playa del Carmen, Puerto Morelos e Isla mujeres. Son unos mafiosos.