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Jorge Gómez Naredo
Lo odian porque nunca quisieron que estuviera donde está. Le hicieron guerra sucia, esparcieron mentiras por todos los medios posibles y buscaron generar odio en la población para que también lo odiara y nunca llegara a donde hoy está: en la presidencia de México.
Lo odian porque desde un principio él habló de los pobres, de la justicia y de la igualdad. Y para ellos, los neoliberales, hablar de esos temas es algo inadmisible. Pero no sólo él habló de los pobres, sino que los puso en el centro de todo, tan es así que su apuesta siempre ha sido: “por el bien de todos, primero los pobres”. Lo odian porque les quitó sus privilegios. Ellos no pagaban impuestos, o pagaban muy poquitos, y cuando él llegó al gobierno, los hizo pagar. Y eso, a ellos no les gusta, porque ellos piensan que el Estado no debe ser un agente para distribuir recursos, sino un garante de las riquezas de ellos.
Lo odian porque no es de su “clase”. Ellos están educados en universidades donde cobran muchos miles de pesos. O de dólares. Y él, pues viene de abajo y estuvo en una universidad pública y, además, no vivió en una mansión sino en una casa de estudiantes humildes que venían de Tabasco.
Lo odian porque, con los recursos que a ellos les quita vía impuestos, él los reparte entre los más pobres del país. Y así crea equidad, y erradica un poco las enormes desigualdades que ellos, los neoliberales, crearon durante los últimos treinta años. Lo odian porque durante los últimos 30 años él los ha criticado: ha dicho que son unos traidores a la patria, que son unos ladrones, que saquearon al país, que son unos corruptos y que jamás se han interesado por el bienestar de la gente sino sólo por enriquecerse. Lo odian mucho porque él, durante los últimos años, ha dicho eso cientos y cientos de veces.
Lo odian porque el pueblo lo quiere. Y es que él ha creado un vínculo fortísimo con los de abajo. Ha proporcionado esperanza, y ha hecho lo que muchos jamás hicieron. Por eso el pueblo lo adora, y cuando sale,
la gente le muestra, no sólo respeto, sino amor.
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