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Iniciaron ya las campañas electorales por la Presidencia de la República, y es indiscutible que Claudia Sheinbaum lleva la delantera. En prácticamente todas las encuestas la ponen adelante al menos 20 puntos.
Pero, más allá de las mediciones demoscópicas, ¿qué se juega en esta elección? Por un lado, está la continuidad del proyecto de nación que durante años ha encabezado el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Es un proyecto centrado en el pueblo y en la justicia social. Le apuesta a la gente, a erradicar la inequidad y las diferencias en los ingresos económicos entre los mexicanos. Para ello, propugna por programas sociales que aminoren las desigualdades.
También está enfocado en que a toda la población tenga servicios de calidad: que haya educación para todos, que nunca falte atención médica, y que pueda toda la gente poseer vivienda y recursos necesarios para la alimentación. Es decir, le apuesta a un esquema de bienestar.
Por el otro lado, la hoy oposición apuesta a retornar al sistema que durante años gobernó en México: el neoliberalismo. Propugna porque unos cuentos posean todo o casi todos. Está basado este proyecto en la corrupción, en el tráfico de influencias y en que el más poderoso se siga haciendo más poderoso.
Encabeza este proyecto de nación Xóchitl Gálvez, quien no ha logrado conectar con la gente, y que a cada rato comete errores. Sus propuestas son ocurrencias, y más que ofrecer algo, ha optado por la guerra sucia, por emitir mentiras constantemente y agredir a sus adversarios políticos.
En México, en este proceso electoral, se juega mucho: la continuidad de un sistema que le apuesta al bienestar, o el retorno de un esquema de gobierno donde los pobres no valen y los únicos intereses que tienen peso son los de los ricos.
Es muy probable que gane la primera opción, que es, sin duda, la que hoy México necesita, y a la cual la mayoría de la población aspira.
Jorge Gómez Naredo
@jgnaredo
