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Vaya piedra en el zapato que se le atoró al Instituto Nacional Electoral (INE) en este proceso electoral. Entre las muchas lecciones que deberá aprender, es la de los candidatos independientes.
Actualmente, al interior del órgano electoral no existe una figura que salvaguarde los derechos electorales de los ciudadanos sin partido que buscan legalmente una candidatura independiente, ya sea para diputado, alcalde, senador, gobernador, jefatura de gobierno y hasta Presidente de la República.
Es decir, como lo dijo la excandidata independiente a la jefatura de Gobierno hace tres años, Lorena Osornio Elizondo, los independientes no tienen voz ni voto.
Al árbitro electoral le ha llovido,
pues ha tomado severas decisiones que perjudicaron a candidatos, aspirantes y precandidatos independientes, quienes cumplieron con toda la normatividad para obtener su candidatura, sin embargo, en las sesiones de los consejeros electorales, no existe un representante de los sin partido.
En cambio, en el INE existen representantes de todos los partidos políticos que dan su opinión en defensa de sus candidatos y de su propio partido, pero en el caso de los ciudadanos
sin partido, fueron sancionados con negarles el registro para ser candidatos, y nadie los pudo defender, o argumentar en su favor.
El claro ejemplo de los independientes, se suma a los casos de candidatos del propio partido en el poder, que se quedaron fuera de la contienda por decisiones del INE. Pero la figura que podría salvaguardar los intereses de
los independientes, es el defensor de oficio, “pues los sin partido son los que obtienen el voto de los ciudadanos para poder participar en las urnas”.
