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Por Ricardo Sevilla
Contra todo lo que deseaban los comentócratas y los ideólogos de la derecha, ahora mismo está en curso la implementación de la Reforma al Poder Judicial.
La elección de ministros, jueces y magistrados será un proceso importantísimo para el buen funcionamiento de nuestro futuro sistema judicial. Aunque los conservadores sigan haciendo pucheros y melodramas, ya hemos comenzado el camino hacia la democratización del Poder Judicial.
Ahora bien, es necesario que los hombres y mujeres aspiran a estos cargos tengan un alto nivel de competencia profesional. Pero, adicionalmente, es necesario que cumplan una serie de virtudes que aseguren su integridad, su imparcialidad y su compromiso con la justicia.
Los futuros juzgadores de México deben ser completamente distintos a los juzgadores del pasado. Es decir: ni transas, ni corruptos ni nepotistas.
Y para eso es indispensable que, antes de votar por ellos, la gente conozca muy bien sus perfiles.
Entre otras cosas, los futuros juzgadores deben cubrir dos aspectos fundamentales: la Imparcialidad y la integridad.
La imparcialidad, que viene de la mano con la imparcialidad, también es esencial para que, en todo momento, se garanticen procesos judiciales justos. Y eso quiere decir que los candidatos y candidatas a estos cargos públicos deben ser capaces de evaluar cada caso sin prejuicios ni favoritismos. ¡Ya basta de jueces, ministros y magistrados que actúan como empleados del poder político y económico!
Vivimos tiempos estelares en la democracia mexicana. Y eso exige que analicemos qué aspirantes tienen realmente un Compromiso con la Justicia.