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mayo 05, 2024

Voces

Arreando al elefante | 9 años de impunidad

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ANA MARÍA VÁZQUEZ
@Anamariavazquez

Un 26 de septiembre de 2014, la vida de muchas familias quedó en pausa, 43 normalistas, estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos fueron desaparecidos; sus nombres son recordados día tras día en la cuenta de Epigmenio Ibarra en la red. “Quiero que me den sus nombres y apellidos -dijo un policía- sus nombres reales o nunca los van a encontrar” sus palabras resultaron proféticas; comenzaron las marchas y las acusaciones directas “fue el ejército”, decían las mantas y pancartas, “fue el ejército gritaban los padres de los 43. Hoy, siguen gritando lo mismo y las “verdades históricas” se contradicen unas a otras, a los padres se les ha revictimizado, minimizado y culpado de entorpecer las investigaciones, los reportes puntuales del GIEI (Grupo Interdisciplinario de Expertas y Expertos Independientes), señalaban la oposición del ejército en su última recomendación, pero sus reportes fueron desechados. Implicado en tortura, Tomás Zerón, se encuentra bajo la protección de Israel.

Ayer, 13 de febrero en la tradicional mañanera, el presidente López Obrador hizo un nuevo llamado a los posibles testigos, instándolos a colaborar como “testigos protegidos”, pero antes de eso, un artículo de la Jornada firmado por Luis Hernández denunció la simulación por parte de Gobernación al elegir como interlocutor a Felipe de la Cruz, a quien el grupo de padres había expulsado por hacerse pasar por afectado ya que ni siquiera tiene hijos y no lo reconocen como su representante legal.

A todo ello hay que agregar la reiterada negativa de las cadenas de mando del ejército, por encima del mandato presidencial, a entregar los documentos faltantes que han requerido los representantes oficiales de los padres de los normalistas a través de un amparo que hasta ahora está extrañamente estancado en el juzgado; documentos que el poder judicial ha ordenado no tocar ni destruir pero que a la fecha no se sabe si aún existen.

No obstante haber sido promesa de campaña, el esfuerzo presidencial no ha sido suficiente para esclarecer la verdad “más allá de la historia” y encontrar los restos de los jóvenes cuya sangre, aun clama justicia.

Fue el estado, el ejército, Peña, Murillo Karam y sobre todo, el miedo y silencio cómplice de los pobladores de Iguala.

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