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abril 27, 2024

Voces

Arreando al elefante | Hay Esperanza

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ANA MARÍA VÁZQUEZ

A veces me olvido que el tiempo pasa y que 21 años constituye toda una generación, me sorprendió que en redes se haya viralizado una carta escrita por Bin Laden hace 21 años y que las redes en Estados Unidos estén “en shock”, que jóvenes universitarios declaren en video haber vivido una mentira. Algunos fragmentos de aquella carta, publicada por el periódico The Guardian y retirada en cuanto se volvió viral son los siguientes: “eres una nación que permite el comercio y el uso de intoxicantes. También permites drogas y solo prohíbes el comercio de ellas, a pesar de que tu nación es el mayor consumidor. Eres una nación que permite actos de inmoralidad, y los consideras como actos de libertad personal. (…) Eres una nación que practica el comercio sexual en todas sus formas (…) se establece bajo el nombre de arte, entretenimiento, turismo, libertad (…) has destruido la naturaleza con tus desechos y gases industriales más que cualquier otra nación en la historia (…) Tu ley es la ley de los ricos y adinerados que se aferran a sus partidos políticos y financian sus campañas electorales con sus regalos. Detrás de ellos están los judíos que controlan tus políticas, medios y economía”; les recuerda cómo desde hace años junto con Inglaterra, regalaron tierras Palestinas y propiciaron la masacre en ese territorio y hace un recuento de los crímenes de guerra cometidos desde Japón hasta Guantánamo.

Es hasta ahora que gran parte de una joven generación norteamericana despierta de su sueño, la tecnología que ellos crearon comienza a revertirse y será difícil detenerla, mientras el mundo sigue protestando contra la absurda matanza de civiles en Gaza, en este lado del continente también pedimos que cese la guerra absurda, que los diamantes no estén bañados en sangre, que cese la ciega ambición que ha llevado a masacres en todo el mundo. No es que lo haya dicho Bin Laden, quizá es porque de este lado, en la historia de nuestro país hemos estado siempre y aunque no queramos durmiendo con el enemigo, la gran bota norteamericana que cuando no patea, pisotea y aniquila.

Los pueblos no tienen la culpa de las cúpulas que deciden, pero sí son las voces que pueden cambiarlas.

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