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ANTONIO ATTOLLINI.
En el apasionante juego de la política, la sobreexposición puede ser tanto una bendición como una maldición. Para Xóchitl Gálvez, la coordinadora del Frente Cínico Opositor, la visibilidad mediática ha sido una herramienta poderosa para consolidar una base de seguidores y ganar adeptos. Sin embargo, cuando se trata de una figura de oposición sin el respaldo de las masas, lanzarse a una elección presidencial apoyada únicamente por la prensa corporativa puede ser un camino lleno de peligros y errores críticos.
Error 1: Creer que la exposición equivale a popularidad.
La primera trampa en la que cae Xóchitl es confundir la visibilidad mediática con el apoyo real de la población. La prensa corporativa puede proporcionar una cobertura constante, pero esto no garantiza que su propuesta tenga una base sólida de seguidores. El peligro para su proyecto y campaña radica en que esta exposición puede inflar artificialmente la percepción de popularidad y llevar a la candidata a subestimar el trabajo necesario para ganarse la confianza de los votantes.
No hay mayor esfuerzo por conectar con la gente a nivel local, construir relaciones genuinas con la comunidad y presentar propuestas sólidas que resuelvan problemas reales. Decir maldiciones y ser desparpajada no es ser ‘cercana’ a la gente.
Error 2: Ignorar la diversidad de opiniones
El segundo error común que comete es cerrarse a las críticas y a la diversidad de opiniones. Rodeada de puro inútil que no hace campaña y cuando las hacen, utilizan temas superados que han sido una h otra ves vencidos en las urnas, es fácil caer en la trampa de creer que solo su visión es válida. Ni la Guerra de Calderón ni la privatización de los sectores estratégicos de la economía de Peña Nieto son agendas populares.
La política es un juego de números, siguen sin entender que el obradorismo es un movimiento social mayoritario. Morena sigue ganando políticamente porque construye sobre esa base.
Error 3: Subestimar la importancia de la autenticidad.
El tercer y quizás más grave error que comete Xóchitl es subestimar la importancia de la autenticidad en la política. Confesar que por “apendejarse” es que plagió ideas enteras de un reporte oficial para un documento que presentó como propio para titularse, no es menor y puede costarle caro. ¿Que no iba a detener a los corruptos, pendejos y huevones?
La política es un desafío complejo que requiere más que simples titulares y apariciones en los medios; se trata de conectar con la gente y conducir sus agravios hacia una propuesta que las resuelva de manera general y honesta. Eso se percibe, se siente y se sabe cuando es real y cuando es ficticio e improvisado. Xóchitl es llamarada de petate.