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RICARDO SEVILLA
Se necesita ser un mediocre, un malicioso o ambas cosas juntas para lanzarse contra Salvador Allende. Y eso es precisamente Sergio Sarmiento, quien, con tal de denostar al presidente López Obrador, publicó una diatriba contra Salvador Allende.
A Sarmiento, a quienes muchos apodan “Sarniento” e incluso “Sirviento”, le importa muy poco que Allende sea, hasta la actualidad, una de las figuras más recordadas de la política chilena y latinoamericana.
Allende, expresidente de Chile que ejerció ese cargo entre 1970 y 1973 y cuyo mandato acabó abruptamente con un golpe de Estado, es un referente histórico de la izquierda.
Pero burdos como Sarmiento pretenden pasar por alto que, cuando Allende estuvo en el poder, se esforzó por conducir a ese país hacia el socialismo, pero no a través de una tiranía, como algunos denunciaron, sino por la vía democrática.
Sarmiento, el tipejo nauseabundo que ha defendido las “relaciones sexuales” consensuadas entre adultos y menores de edad, quiere hacer de la historia un caldo espeso.
Al empleado de Salinas Pliego no le interesa que Allende haya colocado a cuatro obreros en su primer gabinete ministerial, lo cual no se había visto nunca.
El facineroso que “analiza” en los foros de Televisa tampoco nos cuenta que Allende puso en marcha una política de austeridad para los ministros y demás funcionarios designados por él.
Al propagandista de bulos, diatribas y calumnias contra la izquierda, le parece bien olvidar que, durante su gobierno,
Allende instituyó una política que puso el acento en la redistribución del ingreso y, evidentemente, en la reactivación de la economía.
Pero que a Sarmiento, este sujeto de cerebro minúsculo, no le interese decir que Allende retiró el alza de precios para la vivienda y las tarifas eléctricas, se comprende. Y se entiende porque este retrógrada siempre ha alquilado su pluma al mejor postor.
Este señor, cuya estatura y pensamiento son liliputienses, no es un periodista, sino un influencer avejentado. A Sarmiento, como a López Dóriga o como a Loret de Mola, la razón comunicativa le importa un rábano. A ellos sólo les interesan estar frente a los reflectores de la farándula periodística, donde el discurso es menos racional y mucho más propagandístico.
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