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Ricardo Sevilla
Ayer, al grito de “¡Fuera Córdova, ¡Fuera Córdova!”, un grupo de profesores de la UNAM se armó de valor y, en el exterior del Instituto de Investigaciones Jurídicas, ubicado dentro de Ciudad Universitaria, se opuso al regreso del exconsejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, a la máxima casa de estudios.
Un grupo de académicos pertenecientes a esa universidad participó en una marcha contra el regreso de Lorenzo Córdova Vianello a la UNAM. Entre consignas como “¡Fuera Córdova de la UNAM!” y “¡Fuera burocracia dorada de la UNAM!”, los profesores, hartos de los privilegios de una casta neoliberal, rechazaron enérgicamente la reincorporación de este personaje a las filas universitarias. A las 10:30, un grupo de profesoras y profesores se dieron cita en la escultura “Tú y Yo”, de Mathias Goeritz (conocida popularmente como “Los bigotes”). De ahí, caminaron por el Circuito Mario de la Cueva, pidiendo, a voz en cuello, que Lorenzo Córdova no regresara a la plaza laboral donde, denunciaron, le estaba aguardando un jugoso sueldo de más de 180 mil pesos.
Los profesores advirtieron que al permitir que el colaborador del portal LatinUS (propiedad del priísta Roberto Madrazo) se reintegre a sus actividades académicas, eso podría abrir la posibilidad de que se postulara para ser electo como rector de la UNAM, una vez que el oftalmólogo Enrique Graue deje su encargo, el próximo mes de noviembre.
“Ya no queremos ser académicas y académicos en calidad de esclavos, que cada semestre no sabemos si tendremos grupos el próximo semestre, sin importar que llevemos 20 o 25 años dando clases”, denunció, entre otras cosas, uno de los manifestantes, a través de un megáfono.
Durante su caminata hacia Jurídicas, el profesorado explicó que la razón de que la movilización haya estado tan poco nutrida se debió a que existe una estrategia de intimidación dentro de la propia UNAM para que los académicos teman a las represalias y, por miedo, no participen. La pregunta es: ¿Cuál fue la respuesta de Enrique Graue? Y la respuesta es, desde hace meses, la misma de siempre: un silencio panteonero ante los graves conflictos que enfrenta la UNAM.
