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ANTONIO ATTOLINI
Vivimos en una época donde la política, con su complejidad inherente, se entrelaza con la esfera pública de maneras inéditas. El devenir político de Xóchitl Gálvez me obliga a abordar la frustración que suscita presenciar a una candidata que, lejos de ofrecer claridad y coherencia, parece desdibujarse en un escenario de ambigüedad y contradicciones.
La política, como espejo de nuestra sociedad, refleja no sólo los ideales que perseguimos, sino también las sombras que preferiríamos ignorar. Observar a Xóchitl equivocarse repetidamente y tejer propuestas genéricas sin sustento, despierta la inquietante sensación de que nos encontramos ante un juego de luces y sombras, donde la autenticidad se desvanece.
Un ejemplo: la adopción de un lenguaje misógino en contra de Claudia Sheinbuam al señalarla como alguien que solo ‘obedece’, mientras pretende defender a Mariana Rodríguez después de haber sido llamada ‘dama de compañía’ constituye una paradoja desconcertante. ¿Cómo reconciliar la defensa de la igualdad y el respeto con expresiones que perpetúan estereotipos dañinos?
La respuesta, o más bien la falta de ella, genera una profunda desconexión entre las palabras y los actos, dejando a los ciudadanos en un estado de perplejidad. La inconsistencia de Xóchitl Galvez podría ser interpretada como un reflejo de conflictos internos al interior de la coalición política que la impulsa. Ambiciosos vulgares y autoritarios, son incapaces de generar una propuesta coherente y terminan por revelar su verdadera forma.
Cosa aparte y completamente distinta a la que sucede con Claudia Sheinbaum: dice lo que hace y hace solo lo que dijo que iba a a hacer. Esa clase de congruencia, coherencia y predictibilidad, aunado a la apertura y disposición de diálogo hacen de su propuesta la más sólida en el actual escenario electoral. Podrá no gustarle a algunos, pero hay claridad en el por qué es así, de la misma manera que a quienes sí nos gusta.
Exigir coherencia y sinceridad es un acto de responsabilidad ciudadana. Algunos analistas en medios de comunicación han concedido sobre el desastre de la campaña de Xóchitl mientras apuntan a regañadientes y tímidamente algunos aciertos en la campaña de Sheinbaum. En la mejor de las horas, que se retiren las máscaras de la falsa neutralidad y asumamos posiciones. No puede ser de otra forma.