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Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
GUSTE O NO
En la actualidad, los tatuajes se han convertido en una forma común de expresión personal, de creatividad y de identidad, pero, han generado un debate sobre su significado y su impacto en la sociedad.
Por un lado, los tatuajes pueden ser vistos como arte. Muchas personas los utilizan en base a sus creencias, valores, experiencias, para honrar a alguien o conmemorar un evento importante; también pueden catalogarse como una vulgaridad, falta de educación y desprecio a las normas de trato social.
En el pasado, los tatuajes eran asociados con la delincuencia y la marginalidad. Solo los bandidos, los marineros y la clase baja se tatuaban. En general eran algo negativo, sin embargo, hoy por hoy, los tatuajes son aceptados, y así, personas de diferentes esferas sociales se tatúan. No descartamos situaciones de carácter cultural, como el de los aborígenes africanos, americanos, asiáticos, etc., donde los tatuajes eran su forma de identidad histórica.
En mi opinión, los tatuajes pueden ser una forma legítima de expresión personal, pero también es importante considerar su impacto en todos los ámbitos, haciendo conciencia de los riesgos y las consecuencias que implican; además, se debe reflexionar sobre el contexto en que se desarrollan. En algunas culturas, insistimos, los tatuajes son una forma tradicional de identidad, mientras que en otras pueden ser vistos como símbolo de rebelión y desafío. En lugares como los nuestros, bajo la influencia occidental, aunque cada individuo es libre y tiene el derecho de tatuarse, definitivamente son un signo de vulgaridad, guste o no.
Otro renglón que debe valorarse, es la edad, la madurez y el impacto que pueden llegar a tener, por ejemplo, en el lugar de trabajo, ya que pueden ser tomados como una falta de profesionalismo.
Al final, dentro de lo ordinario que son los tatuajes, es imprescindible que, quienes se hagan uno, elijan a un experto y sigan las instrucciones de cuidado, para evitar infecciones y alergias.
