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Sebastián Ramírez Mendoza
Ayer desde el Congreso de la Ciudad de México dimos a conocer información muy alarmante sobre la alcaldesa de Álvaro Obregón. Quienes viven en la Capital muy probablemente se han encontrado en más de una ocasión con pintas en una larga lista de bardas con el nombre de Lía Limón en distintos puntos de la Ciudad. En este sentido, a través de una solicitud de información se preguntó a su gobierno cuánto dinero se destinó a las mencionadas pintas, solicitud a la que la Coordinación de Adquisiciones dio respuesta. De acuerdo con la alcaldía se otorgaron tres contratos que ascienden a cerca de 5 millones y medio de pesos para la promoción personal de Lía Limón.
Si algo caracteriza a la alcaldesa es su actitud autoritaria y bravucona, por lo que lo más seguro es que trate de negarlo, sin embargo, no puede perder de vista que la información presentada fue aportada por la propia alcaldía que gobierna.
Considerando que la pinta de una barda cuesta en promedio 500 pesos y la alcaldía destinó más de 5 millones para este propósito, podemos concluir que actualmente hay aproximadamente 10 mil 900 bardas con la leyenda “En Álvaro Obregón aliados con la Limón” por toda la Ciudad de México.
A pesar de que evidente el uso desmesurado de recursos públicos, que es dinero de la gente, para promover la imagen personal de Limón, pareciera que al Instituto Nacional Electoral esto le ha pasado de noche. Se está sacando dinero de las alcaldías gobernadas por la oposición para las campañas del 2024.
Pero lejos de los siempre cuestionables criterios de la autoridad electoral, resulta inaudito que la alcaldesa prefiera utilizar el dinero del Pueblo para sus aspiraciones políticas antes que atender las necesidades de la gente que representa. Ojalá esos más de 5 millones de pesos se hubieran destinado al deporte, a la cultura, a combatir la violencia contra las mujeres, a sanear todas las barrancas, a luminaria, baches u otros servicios públicos que sí son problemas materiales y del día a día de las y los habitantes de Álvaro Obregón.
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