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Sebastián Ramírez Mendoza
Este fin de semana fue detenido el Fiscal de Morelos, Uriel Carmona, en un operativo de la Fiscalía General de la República. Recordemos que a finales del año pasado, Ariadna Fernanda López, de 27 años, fue encontrada sin vida en la carretera México-Cuernavaca, por lo que la autoridad de Morelos investigó el caso, concluyendo que había muerto por una congestión alcohólica, a pesar de que Ariadna había sido vista por última vez en un bar de la colonia Roma en la Ciudad de México. Unos días más tarde, la entonces Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum señaló, en conferencia de prensa, que se estaba tratando de ocultar un feminicidio y que no podía haber impunidad. La familia de Ariadna pidió la intervención de la Fiscalía de Ernestina Godoy, misma que determinó que la muerte en realidad había sido causada por un fuerte golpe en la cabeza, evidenciando que el peritaje de la Fiscalía de Morelos era erróneo. Ante esto, el caso se presentó ante la Fiscalía General de la República para investigar la actuación de Uriel Carmona, por lo que se le vinculó a proceso por el posible delito de obstrucción de la justicia.
Una larga lista de comunicadores e integrantes de los partidos opositores se pronunciaron contra la detención del Fiscal de Morelos alegando una supuesta persecución política a pesar del sólido caso que existe en su contra. Al encubrir a “Rautel N”, el presunto responsable de la muerte de la joven Ariadna, y presentar un peritaje revictimizante e insultante para su familia, Uriel Carmona se convirtió en cómplice de un feminicidio, sin embargo pareciera que las fobias y las agendas de la oposición pudieron más que la exigencia de justicia. No es la primera vez que vemos a la oposición mediática exhibirse de esta forma en casos que lastiman profundamente a la sociedad: hace algunos meses hicieron lo mismo con el feminicidio de Debanhi Escobar en Nuevo León en un intento por proteger la versión también errónea y revictimizante de la Fiscalía local.
Ninguna plataforma política ni mediática puede ser cómplice de quienes tejen todos los días las redes de impunidad que se perpetúan en el sistema de impartición y procuración de justicia de los estados. Que el actuar de las autoridades capitalinas en el terrible feminicidio de Ariadna Fernanda sirva de ejemplo para nunca dejar de señalar las violencias que a diario viven las mujeres en México, sea quien sea responsable. Es nuestro deber ético, moral y empático no solo como representantes de proyectos políticos, sino como ciudadanos. Ni una menos.
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