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Sebastián Ramírez Mendoza
Entre más se acerca el final del proceso inter no del Frente A mplio por México, más queda claro que el Presidente López Obrador no se equivocó cuando dijo que entre los partidos de la oposición iba a prevalecer la imposición de la cúpula. Esta simulación ha sido señalada incluso desde antes de que el proceso iniciara, razón por la que personajes como Lilly Téllez y Claudia Ruiz Massieu decidieron no seguir participando.
Esta probablemente sea la contienda electoral en la que la ciudadanía más se ha involucrado y ha seguido de cerca. Desde que Morena y aliados, el Partido Verde y el Partido del Trabajo, anunciaron su proceso interno y los partidos del Frente hicieron lo propio, uno de los temas centrales en la discusión pública ha sido la evolución de sus etapas. Morena planteó un proceso profundamente democrático en el que toda la ciudadanía podría participar, sin simulaciones y respetando el tradicional método del Movimiento: la encuesta. Y aunque los partidos de la oposición adoptaron un proceso similar, les ha costado dejar atrás su tradicional método del dedazo.
La élite del PAN y Claudio X González se lo hicieron hace unas semanas al PRD dejando fuera a sus dos aspirantes a la candidatura presidencial y ahora se lo hacen al PRI. La diferencia es que, mientras el partido de Zambrano denunció la mala jugada, pareciera que a Alito Moreno no le molesta que quieran bajar a la mala a Beatriz Paredes, a pesar de no existir una diferencia significativa de preferencias entre ella y Xóchitl Gálvez.
Dos años después de su unión carente de alguna similitud ideológica más allá de la añoranza por los privilegios perdidos, el PRIANRD sigue sin entender que el oficio de la política no se hace en la mesa, sino a ras de calle, y el Pueblo por su parte, se los sigue recordando en cada proceso electoral.
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