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mayo 04, 2024

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Periodismo Subjetivo | ¿Quién está detrás de la guerra sucia contra…

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Jorge Gómez Naredo

En México siempre ha habido conservadores. Gente de derecha que, ante cualquier cambio que pretende justicia, equidad o igualdad, protesta y se dice indignada. Esto está pasando ahora con los nuevos libros de textos de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Asociaciones conservadoras que llevan años luchando contra cualquier medida progresista, hoy están en contra de que los nuevos libros de texto se distribuyan. Piden que los ejemplares no lleguen a los niños. Esta lucha es la de los conservadores que, en muchos casos, caen en pensamientos de extrema derecha.

Sin embargo, hoy, contra los nuevos libros de textos, hay otro actor: quienes durante años hicieron grandes fortunas editando e imprimiendo los libros de texto, y que hoy, cuando el Estado decidió imprimir sus propios libros, han puesto el grito en el cielo y se indignan.

Durante el período neoliberal, el Estado comenzó a contratar empresas privadas para que hicieran el trabajo que ese Estado hacía antes. Así, casi todo se concesionó: cualquier servicio que fuera, el Estado se lo pedía a empresas privadas. Con ello, la corrupción comenzó a hacerse más y más común. Empresas cobraban fortunas por trabajos que no eran caros. Saqueaban a México con “contratos legales” que eran en realidad robos en despoblado. Así, el gobierno, además de despilfarrar el dinero, dejó de hacer muchas cosas.

Ahora, con la llegada de un gobierno que no es neoliberal, el Estado comienza a recuperar funciones que había delegado a empresas privadas. Una de ellas es la impresión de libros de textos. Las empresas que antes los imprimían, hoy están enojadas porque el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador decidió recuperar la función de impresor de libros.

Estas empresas no quieren perder los millones y millones y millones que antes les daban los gobiernos neoliberales. Y por ello están emprendiendo en medios de comunicación campañas mentirosas de desprestigio hacia los libros y sus contenidos.

Así pues, hoy hay dos actores en contra de los libros de textos: los conservadores de siempre y los que durante años se beneficiaron de la privatización del Estado.

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