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Jorge Gómez Naredo
Santiago Creel siempre ha querido gobernar algo, y nomás no se le ha hecho. Su carrera política ha tenido más oscuros que claros. Cuando inició su carrera política, se presentaba como gente muy ciudadana, que no tenía nada que ver con los partidos políticos. Por eso fue consejero del Instituto Federal Electoral de 1944 a 1996. Pero pronto se asumió como panista.
En 1997 fue electo diputado federal por la vía plurinominal, es decir, no ganó elección para ocupar dicho cargo. En 2000 compitió por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. Había euforia por la posibilidad de que el PRI perdiera por primera vez la presidencia. Creel trató de aprovechar el “efecto Fox” y casi empata con Andrés Manuel López Obrador, pero no le alcanzó: quedó en segundo lugar.
Y aunque perdió la elección, no le fue mal, pues Vicente Fox lo nombró secretario de Gobernación, puesto que ocupó casi todo el sexenio. Renunció a él para contender por la candidatura del PAN a la presidencia de la República. Su competidor fue Felipe Calderón.
Todos pensaban que Creel ganaría la candidatura. Había usado su cargo para promocionarse e incluso tenía a las televisoras de su parte, pues les había otorgado -días antes de renunciar- contratos para poner casinos. Pero, a pesar de todo, perdió.
Le dieron de premio de consolación una senaduría. En 2021se convirtió otra vez en diputado federal por (de nuevo) la vía plurinominal. En este año quería convertirse en el candidato del PAN-PRI-PRD a la presidencia de la República, pero no lo dejaron. Y es que los que hoy mandan en esos partidos (que no son necesariamente los presidentes de éstos) eligieron a Xóchitl Gálvez.
Santiago se había negado a renunciar, pero la presión fue mucha. El lunes pasado, por fin cedió. Se acabaron sus aspiraciones. Y en parte su carrera política. Quería ganar por fin una elección, que pensó sería la presidencial, pero no pudo ni ganar la candidatura. Hoy se va derrotado, y especialmente humillado. Así son en el PAN.
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