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Arreando al Elefante | La tarea de los jueces

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Ricardo Sevilla

La mayoría de los jueces nos resultan sospechosos. Y con razón. Al verlos ataviados con esa toga que les confiere cierto aire de pájaros de mal agüero, recelamos de que auténticamente sean lo que presumen: personajes probos e incapaces de cometer alguna fechoría.

Si nos asomamos, por ejemplo, a la Suprema Corte de Justicia, nos daremos cuenta de que ahí, bajo las enaguas de su atuendo, los magistrados se dedican a firmar convenios en lo oscurito.

Y en Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación las cosas no son diferentes. Ahí, desde hace mucho, también se rubrican acuerdos en las sombras.

Pero los magistrados, que son especialistas en hacer piruetas verbales, les llaman “convenios de colaboración”. Pero, lamentablemente, lo único que pactan es retorcer las leyes.

Es curiosos que, hasta hace poco, los magistrados se esforzaban un poco en mantener las apariencias. Mediante ciertas estratagemas se empeñaban en hacernos creer que les importaban las leyes.

Pero hoy todo eso ha quedado en el pasado. La mayoría de los jueces y magistradas ya no se esfuerzan en conservar las apariencias.

Pertrechados detrás de sus privilegios, ya no parece importarles si son tildados de corruptos, tendenciosos e ignorantes.

No es casualidad que, debido a ello, se haya planteado la posibilidad de impulsar una reforma a la SCJN, una reforma que, por cierto, incluya la elección por sufragio de sus integrantes.

El pueblo, que está más despierto y atento que nunca, anhela reivindicar la labor judicial. Se ha planteado, incluso, la implementación de tribunales independientes que tutelen los derechos y diriman los conflictos es esencial para la vida democrática.

Infelizmente, la pandemia de jueces ignorantes, testarudos e incompetentes ha comenzado a extenderse como un cáncer.

Los jueces y magistradas (y no solo hablo de los que están adscritos a la SCJN o al TEPJF, sino a todos los tribunales de México), deberían comprender que, más que afiliarse a tal o cual bando político, tendrían que llevar a cabo una depurada labor de análisis y discernimiento. Y si no entienden que su tarea es un compromiso ético, filosófico y jurídico, entonces deberían practicar otra cosa.

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