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abril 26, 2024

Voces

Arreando al Elefante | Yacía en una mesa de madera

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Ana María Vázquez 

Lo entregaron con una fractura de cráneo, en su cuerpo inerte se veían multiples lesiones, Adolfo, un anciano tzotzil fue entregado a su familia un mes después de su aprehensión, su ahora viuda, permanece en la cárcel. Lo velaron sobre una vieja mesa de madera. No obstante las evidentes huellas de tortura, el médico legista declaró el deceso como “suicidio”; presuntamente, el hombre de 57 años se
había ahorcado en su celda con un cordón.

Adolfo, junto con varios miembros de su familia, fueron detenidos al ser “descubiertos” como una red de secuestradores y tratantes de
niños, niños que luego demostraron eran parte de una numerosa familia cuyos hijos y nietos habian ido a San Cristóbal huyendo de la miseria.

Hijos y nietos (23 menores) acabaron hacinados en un cuarto y sobrevivían vendiendo artesanías y legumbres en el centro de San Cristóbal. Luego de la desaparición de Dylan, un niño secuestrado en el mercado local y que su madre estuviera 2 días fuera de Palacio Nacional exigiendo la ayuda del Presidente, éste urgió a las autoridades locales a su búsqueda y localización, sin embargo, antes de ser hallado este pequeño, y ante la presión presidencial, las autoridades locales no dudaron en declarar el descubrimiento de “una peligrosa banda”, sí, la de Adolfo y su mujer y presentaron ante el Presidente su “gran logro”, con pruebas tan bien fabricadas
que el mismo Presidente AMLO declaró en una Mañanera: “Se está actuando, ya hay detenidos, unas señoras se dedicaban a eso… me lo acaban de notificar”.

Lo que nunca le dijeron al Presidente es que esas “señoras” eran las madres y abuela de los niños, tal como lo demostraron con las actas de nacimiento y testigos; tampoco le mencionaron de Adolfo que había muerto un mes antes.

No obstante pruebas y testigos y en un afan de alargar el proceso, las autoridades de Chiapas exigieron a la familia pruebas de ADN, ¿qué es eso?, preguntó una de las madres, pronto se enteró del procedimiento y del costo del mismo.

Ya no hay tortura en México, ha dicho el Presidente, tampoco hay corrupción, comenta en cada Mañanera, sin embargo, la escoba con la que se está barriendo la justicia no ha llegado a esta humilde familia tzotzil a quien la autoridad arbitrariamente les cambió la vida.

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