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Salvador Trejo
Luego de que el pasado 9 de marzo del año en curso la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) le diera cuello al shaka de la Policía Bancaria e Industrial (PBI), José Arturo Blanco Hernández, tras la detención arbitraria y abusiva de cuatro mujeres fotoperiodistas en la estación Hidalgo de la Línea 3 del Metro de la Ciudad de México, ocurrida en el marco de las manifestaciones del 8M, por órdenes precisas de la jefa de gobierno, parecía que las cosas al interior de esa corporación se compondrían, pero siguen igual o peor.
Los tiras de la Policía Bancaria e Industrial (PBI) andan desatados y se sienten los muy muy, sobre todo en las diferentes estaciones y líneas del Metro, además de otros lugares donde prestan sus servicios, pues contrario a lo que quieren las autoridades capitalinas siguen cometiendo infinidad de abusos, tanto hombres como mujeres, a los que parece que les pagan por estar metidos en el celular todo el tiempo.
Si a eso le sumamos que los escándalos están a la orden del día en la PBI; lo mejor sería que la Secretaría de Seguridad Ciudadana desapareciera esta corporación y recuperara solamente a los elementos que den el ancho, pues su actividades dejan mucho qué desear.
Más ahora que hasta su exdirector jurídico Guillermo Evando “A”, fue vinculado a proceso por los delitos de abuso sexual agravado y acoso sexual por relación jerárquica y laboral, en agravio de una trabajadora que posteriormente fue despedida de la corporación.
El calenturiento sujeto se encuentra enchironado en el Reclusorio Oriente, sin la posibilidad de salir libretas con medidas cautelares, pero si así actúan los jefazos, imagínense cómo se destrampa la tropa. La PBI es una corporación que está de más.