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Chucho Gallegos
A tres semanas de la masacre de 8 policías y cinco elementos de la Fiscalía mexiquense, autoridades del Estado de México no han cumplido la promesa de otorgarle apoyos económicos a las familias de los emboscados. “Ya merito”, les dicen, pero en el fondo, les dan atole con el dedo.
La señora Inés Legorreta, madre de Abraham Hipólito Legorreta, de 34 años, fiscal estatal que murió en la emboscada, sigue haciendo trámites en las oficinas correspondientes para obtener el tan cacaraqueado apoyo económico, que en su momento fue un as que se sacaron de la manga las autoridades para acallar a la opinión pública.
Ninguna atención para los muertitos. La señora Inés y su familia compraron un “ataúd decente” para sepultar a su hijo, al ver que la Fiscalía le había enviado un “cajón corriente” que más que honrar al caído en cumplimiento de su deber lo denigraba. Les regresó su cajón.
¿BARRIENTOS PUSO TIENDA?
Oiga usted, cómo decía Paco Malgesto ¿Que ya pusieron venta de armas de fuego y punzocortantes en el penal de Barrientos? Pues parece que sí, porque a El Charal se lo echaron con bala y cuchillo, solo porque hizo famosos a los azules que le daba su mochada, cuando robaba coches. Eso que Barrientos es un penal seguro. A El Charal ya se lo llevó la corriente. Y aquí, no pasó nada.
DE TELENOVELA
No quiero terminar esta columna, sin hablar de la puntada que se alcanzaron Rubén Morales Zerecero (hijo de la
actriz Aida Pierce) y su compañero Cristian Alberto Nieva, treintones, al caracterizarse de viejitos, igual que en una telenovela y presentarse en el módulo Covid, con documentos falsificados, para que le pusieran la vacuna y… ¿Qué creen? Los vacunaron. Ya estan en chirona, pero este suceso es una burla a la eficacia.