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Por Eduardo López Betancourt
Se necesitan medidas drásticas
Son dos problemas de salud pública que afectan negativamente la vida de las personas que los padecen y de sus familias.
El alcoholismo se define como tomar en exceso y permanentemente bebidas alcohólicas, lo que puede llevar a la pérdida de control y a consecuencias graves para la salud, como daños cerebra-les y enfermedades cardiovasculares.
El tabaquismo, por otro lado, se refiere al consumo frecuente y desmedido de tabaco. Esto puede causar enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer, entre otros.
En ambos casos, ingerirlos en exceso lleva a la dependencia y al vicio, lo que complica su trata-miento y obliga a la intervención de un profesional y, sobre todo, de una fuerte voluntad por parte del afectado para lograr el cambio. Para resolver este problema, es fundamental que la familia sea intransigente con quienes consumen alcohol y abusan del tabaco; se necesitan medidas drásticas y radicales para ayudar a la víctima de estas drogas a superar su dependencia, de ninguna manera se le puede consentir o justificar, ya que esto puede traer resultados que empeoren la situación. En este sentido, la familia debe ser firme y apoyar al consumidor en su proceso de recuperación, sin permitir que ingiera una sola gota de alcohol.
En algunos casos, puede ser necesario recurrir a tratamientos médicos o terapéuticos, como la desintoxicación, la terapia cognitivo-conductual, inclusive de grupo, para socorrer al adicto a superar su dependencia y a reconstruir su vida de manera saludable.
El alcoholismo y el tabaquismo son problemas graves que requieren de una intervención radical y profesional, donde la familia debe apoyar y nunca justificar el consumo excesivo de alcohol ni tabaco.
Para finalizar, el alcoholismo puede llevar al consumo de otras drogas, con lo cual el problema se agudiza y complica su solución.