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Manifiesto | Una alegría en la casa de los pobres

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Abraham Mendieta 

Hace unos cuantos años, cuando ni Podemos ni Vox existían en la vida política española, Izquierda Unida ocupaba todo el espacio político (no nacionalista) a la izquierda del PSOE. El único problema es que ese “todo” era muy reducido: tanto, que cuando Izquierda Unida pasó de tener 5 a 11 de los 350 diputados, su dirigente nacional, Cayo Lara, que era un buen tipo, salió feliz ante los medios de comunicación afirmando que “el resultado era una alegría en la casa de los pobres”.

Evidentemente, a los pobres les importó poco que el partido que mejor los defendía mejorase ridículamente su resultado, y se hiciera con un 3% de los escaños legislativos en 2011, porque esa mejora ínfima en nada mejoraba la vida de la gente, a mitad de la mayor crisis económica de la historia de España.

Sin embargo, no cabe duda que la política, cuando se hace al servicio del pueblo, puede generar grandes satisfacciones a los más pobres. La primera satisfacción es evidente: sentirse representado con alguien en el poder que entiende tu realidad, tus dolores y tus necesidades, y que no vive en la burbuja de una élite abusiva y ajena

Pero sin lugar a duda, la segunda satisfacción es la más relevante: implica que ese alguien que esté en el poder, además de entender tu realidad, logre hacer algo fundamental para transformarla de raíz, y eso es lo que el Presidente López Obrador ha logrado con los más humildes de México.

Desde que la Cuarta Transformación llegó al poder, el ingreso medio mensual de los más humildes se incrementó en un 29%, más que en las tres décadas anteriores, con todo y pandemia de por medio. Este crecimiento económico de los más pobres tiene varias explicaciones que se suman entre sí: el aumento al salario mínimo, la bajada o estabilización de algunos precios como el del gas, pero sobre todo, y por qué negarlo, de la política social: los apoyos para adultos mayores, jóvenes estudiantes y personas con discapacidad, que logran completar los ingresos fundamentales de millones de familias.

Pero no solo el 10% más pobre logró incrementar su ingreso: todos los grupos sociales (salvo el 10% más rico), incrementó de manera reseñable su nivel de vida, incluidos todos los estratos de las clases medias y medias-altas.

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