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abril 27, 2024

Voces

Manifiesto | Abre la muralla

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Abraham Mendieta

En la conferencia mañanera del pasado martes, y ante la pregunta expresa por el muro fronterizo en los Estados Unidos, el Presidente López Obrador pidió a su equipo que reprodujeran en vivo la canción de “La Muralla”, un poema cubano, escrito por Nicolás Guillen, que alcanzó la fama gracias a la hermosa versión del grupo chileno Quilapayún, compositores del famoso himno “El pueblo unido”.

A “La muralla” de Quilapayún, y sobre todo, a Don Daniel, mi profesor de música en la primaria, que fue quién nos la enseñó con tan solo 6 añitos, le debo yo gran parte de mi politización posterior, e incluso de mi mayor hobby, la Nueva Canción Chilena: el movimiento cultural y musical que revolucionó la canción protesta desde de los 60s hasta los 70s, con Violeta Parra y su Peña, Víctor Jara, Inti-Illimani, Patricio Manns y por supuesto, el conjunto Quilapayún, aún en activo tras más de 50 años.

La Nueva Canción le cantó a todo lo que estaba bien en el mundo: la justicia, el amor, la solidaridad, la fraternidad entre los pueblos, el cariño hacia los compañeros, la esperanza de un futuro mejor, pero también le reclamó con fuerza a todo lo que estaba mal: la represión, la desigualdad, la pobreza y el sufrimiento humano.

Y como no podría ser de otra manera, fue silenciada, callada y asesinada vilmente en el golpe de estado contra Salvador Allende, del que este próximo se cumplirán 50 años. Con la muerte del socialismo democrático en Chile se intentó arrancar también la raíz ideológica de una América Latina que repudiaba la injerencia estadounidense, que denunciaba el dolor ajeno, y que reivindicaba la soberanía de los pueblos desde lo más valioso que estos tienen: la cultura de sus gentes.

Pero no contaban con que hoy le seguimos cantando a la vida, como nos enseñó Violeta Parra. Ni con que el canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva, como nos enseñó Víctor Jara.

Los pueblos de América Latina siguen en pie, y hoy que México vive su revolución pacífica, observa con entusiasmo a la izquierda progresista que esta semana ganará la elección en Guatemala, y en Ecuador.

A 50 años del golpe de estado, todo sigue guardado en la memoria: semilla de la vida y de la historia.

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