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Arreando al Elefante | Fox, el odiador de AMLO

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Ricardo Sevilla

El 2 de julio del año 2000, Vicente Fox fue elegido presidente de México, convirtiéndose en el primer mandatario federal que no provenía de las filas del PRI.

El panista, así se percibió, le arrebató el poder al PRI después de 71 años. Fox fue saludado en México, y en muchas partes del mundo, como el primer presidente que inauguraba una nueva era democrática. Fox pudo lograr, en efecto, un cambio histórico. Pero no le interesó.

Eran las últimas elecciones del Siglo XX. “El llamado dedazo está muerto” llegó a decir, jactancioso, Ernesto Zedillo. Algunos lo creyeron. Otros recelamos de la sinceridad del priísta y creímos que había contubernio entre el PRI y el PAN. Y lo había.

La gente no tardó en darse cuenta de que Fox era lenguaraz, corto de miras y profundamente conservador.

Pero el deseo de que el PRI se fuera era mayúsculo y Fox, aunque burdo, supo capitalizar las esperanzas del pueblo y, al final, terminó ganando las últimas (y más importantes) elecciones del siglo XX.

Los recelos eran muchos, pero las esperanzas también. No obstante, las expectativas de la ciudadanía pronto se estrellaron contra la realidad. Fox no solo era mentiroso, incompetente e inculto; también era un tipo corrupto y decepcionante.

Uno de los primeros escándalos protagonizados por Fox fue el “toallagate”, que consistió en que Martha Sahagún y Fox adquirieron 87 toallas de todos los tamaños con un valor de 440 dólares cada una. Pero no solo eso, también compraron cortinas de 17 mil dólares y sábanas de 3 mil 500 dólares. El sujeto era una completa desilusión. Y el único que se atrevió a criticarlo abiertamente y exhibir sus ruindades fue Andrés Manuel López Obrador. Y eso caló hondo en el corazón corrupto de Fox. Por eso quiso desaforarlo. El tema de El Encino apenas fue un pretexto para que se lanzara al cuello del actual presidente.

Fox le tenía (y le tiene) una enorme aversión a AMLO. Y nunca lo ha disimulado. De hecho, él fue quien llamó, por primera vez, a las huestes de Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín para que armaran una campaña de denostaciones contra López Obrador. Una embestida que ha llegado hasta nuestros días, pero que le ha hecho a AMLO lo que el viento a Juárez.

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