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Ricardo Sevilla
Una vez más, el tema sobre la crisis que padece la UNAM llegó a la Conferencia Presidencial Mañanera.
Ayer, el presidente López Obrador exhibió a Ciro Murayama y dijo que el amigo de Lorenzo Córdova, tras terminar su periodo en el INE, volvió a su plaza en la UNAM y, tras nueve años de ausencia, regresó a la Facultad de Economía y ahí, sin ponerle ninguna objeción, le autorizaron un año sabático.
Es decir: Ciro se va de vacaciones un año; un año pagado. El presidente también apuntó que, como forma parte de esa pequeña mafia o grupúsculo que, lamentablemente, se apoderaron de nuestra lama máter, de la UNAM, pues no pasa nada.
Y no se equivoca López Obrador al llamar pequeña mafia a los personajes que, desde hace años, tienen secuestrada a la UNAM.
Y es que, en esta ocasión, con el respaldo del oftalmólogo Enrique Graue y del secretario general, Leonardo Lomelí, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, recibió más de 11 millones de pesos por alimentar la estrategia social de posicionamiento del fallido NAICM.
Una fuente que participó en el estudio llamado “Análisis retrospectivo y prospectivo de la opinión pública 2014-2015”, nos asegura que “la casta dorada de la UNAM estuvo metida hasta el cuello en el jugoso negocio del (mal llamado) Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México”.
Esta persona, quien formó parte de los estudios que la UNAM realizó, para intentar lavarle la cara a los empresarios del NAICM, nos dijo: “Y Graue, que es un tipo corrupto hasta la médula, nunca fue ajeno a esos negocios. Todo lo contrario: si hubiera que describirlo de alguna forma, yo diría que es el jefe de jefes”.
Y eso no fue todo. De acuerdo con esta versión, habría sido el propio Leonardo Lomelí quien ordenó a María Angélica Cuéllar Vázquez, entonces directora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, firmar el contrato de prestación de servicios con el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México.
También nos aseguran que, en realidad, nunca se trató de evaluar si la población estaba de acuerdo o no con la construcción del del NAICM, sino de alimentar una estrategia de posicionamiento favorable a la construcción del aeropuerto de Texcoco.