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Ricardo Sevilla
Sabíamos de la cara dura que tenían los exfuncionarios del INE. Estábamos enterados de sus corruptelas. Ayer mismo, el propio Lorenzo Córdova arremetió contra el presidente López Obrador y lo acusó de no aceptar contrapesos.
Pero el hijo (cabeza dura) de Arnaldo Córdova debió haberse mordido la lengua. Y es que quienes nunca han aceptado contrapesos fueron Lorenzo y sus amigos, en el Instituto Nacional Electoral, un organismo que tuvieron secuestrado durante décadas.
Y, por si había dudas, ayer quedó confirmado: Ciro Murayama, el amigo íntimo de Lorenzo Córdova, llegó a la UNAM a hacer su santa voluntad.
Resulta que era cierto: la UNAM sí le dio un año sabático al exconsejero del INE, Ciro Murayama.
Sin embargo, Murayama ha respondido con un cuento barato. Alega que lo han exhibido porque quieren perjudicarlo y, de paso, “dañar también el prestigio de nuestra máxima casa de estudios”. ¡Vaya desvergüenza!
Y ante los señalamientos de que lleva diez años sin dar clases, Murayama, que es cínico hasta la médula, asegura: “No dejé de dar clases de forma presencial en las aulas o, cuando la pandemia así lo obligó, en la modalidad virtual”. Es decir: era consejero del INE y daba clases, según él.
Y, muy quitado de la pena, añade: “entre 2014 y 2023, en todos los semestres de inicio de año escolar, impartí un curso de Introducción a la Teoría Económica a las generaciones recién llegadas a la Facultad”. Sin embargo, fuentes en la Facultad de Economía aseguran que eso es mentira.
Y también nos afirman que “Ciro quiere salirse por la tangente y aprovechar que en la rectoría están esparciendo el rumor de que hay una campaña contra la UNAM, pero aquí, en la facultad, dicen, todo mundo sabe que él lleva años sin aparecer”.
Más allá de estos señalamientos, hay un sitio llamado Misprofesores, una plataforma donde alumnas y alumnos pueden subir libremente sus opiniones sobre el profesorado de la UNAM. Y ahí, en general, Murayama ha obtenido pésimas calificaciones y opiniones que no avalan el prestigio que presume tener.
“El profesor solo lee las diapositivas que hizo hace cinco años”, dice uno de los alumnos. Y del mismo sabor acedo todas las opiniones sobre Murayama.