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abril 28, 2024

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Periodismo Subjetivo | Nunca más un INE en contra de la democracia

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Jorge Gómez Naredo

Durante muchos años, quienes estuvieron al frente de las instituciones encargadas de organizar las elecciones, siempre pensaron que la democracia eran ellos, que de ellos nacía, que ellos la habían creado, y que sin ellos no se podía tener ni un sistema democracia sano ni un país democrático.

Así pensaban, por ejemplo, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama. Mientras estuvieron al frente de Instituto Nacional Electoral (INE), ellos se creían la democracia, y pensaban que ellos eran los únicos que podían decidir qué era y qué no era democrático. Y es que ellos pertenecen a un grupo político que, desde que se creó el antiguo Instituto Federal Electoral (IFE), se creyó dueños de él.

Las instituciones electorales en México organizan las elecciones, pero no representan a la democracia en este país. Es más, muchas veces estas instituciones han sido las causantes de que no hubiera elecciones limpias y equitativas.

Hay que recordar, por ejemplo, el proceso electoral de 2006, cuando el IFE; en lugar de garantizar un proceso electoral justo, decidió legalizar un fraude electoral y con ello permitir la imposición de Felipe Calderón como presidente de México.

Lo mismo sucedió en 2012, cuando con una masiva compra de votos, el PRI y Enrique Peña Nieto “ganaron” las elecciones.

Así pues, las instituciones electorales no son la democracia: la democracia es la gente, el pueblo. Y eso es algo que el grupo político que regenteó durante muchos años al IFE-INE no quiere entender.

Ayer, en una reunión en Palacio Nacional, el presidente de México se reunió con los nuevos integrantes de Consejo General del INE, y en un mensaje en sus redes sociales, afirmó el mandatario: “Sostuvimos una buena conversación con los consejeros del INE. La democracia debe establecerse en México para siempre. Nunca más ‘krátos’ (poder) sin ‘demos’ (pueblo)”. Todo indica que poco a poco las instituciones electorales comienzan a mirar al pueblo, y no a ser, como eran antes, el coto de poder de un grupo al cual no le importaba la democracia, sino la permanencia de sus prebendas y sus privilegios.

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