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Sebastián Ramírez Mendoza
Cuando habla mos del Estado de México, habla mos de la entidad más poblada del país, una de las más relevantes políticamente, con una lista nominal de 12 millones de electores, la más importante para la economía nacional, y hasta este domingo, del último y principal bastión del Revolucionario Institucional. De ahí el especial interés de todo el país en la jornada electoral de este fin de semana.
A pesar de la clásica maquinaria de violencia, compra de voto e intimidación del priismo, más de 6 millones de mexiquenses salieron a votar por su nueva gobernadora y lo hicieron con alegría. Hubo incluso lugares en donde las y los votantes les ganaron a los funcionarios de casilla con la intención de votar desde temprano. El ánimo estuvo a tope.
Recordemos que en 2017 el PRI logró consolidar, una vez más bajo el amparo de las autoridades, el fraude electoral contra la Maestra Delfina Gómez. Al entonces partido oficial se le dio la victoria con menos del 3% de diferencia, a pesar de todas las irregularidades que se hicieron presentes en esa elección, señaladas hasta por observadores internacionales. 6 años después, estamos atestiguando la más grande derrota y el ocaso del Partido Revolucionario Institucional.
Hoy Delfina Gómez cuenta con alrededor de diez puntos de ventaja sobre el conservadurismo y la corrupción. Maestra de primaria, de padre albañil y madre costurera, una mujer honesta y que viene de abajo se convertirá en la primera gobernadora del Estado de México. Finalmente terminó una larga noche de casi cien años en el Estado de México. Este domingo se hizo historia.
