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abril 19, 2024

Voces

Periodismo subjetivo | Norma Piña debe renunciar

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Jorge Gómez Naredo

La ministra presidenta Norma Piña debe renunciar. En días pasados le escribió al  presidente de la Cámara de Senadores, Alejandro Armenta, y lo hizo con actitud intimidatoria y autoritaria, en un tono que no corresponde con la máxima autoridad judicial del país. Además, con esa comunicación, vulneró el respeto y la división de poderes.

Fue el 16 de mayo cuando le dijo en un mensaje de WhatsApp: “¿usted puede ver a los ojos a sus hijos o hijas después de lo que dice?” Evidentemente, que la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) afirme eso, debe ser interpretado como una invasión de poderes y, además, como una intimidación y amenaza ante decisiones que corresponde tomar al Poder Legislativo. Pero no acabó ahí el asunto. Piña burló del senador Alejandro Armenta al ponerle caritas de risa ante comentarios que hacía el legislador. Es decir, trató con completa falta de respeto no sólo a un senador, sino a lo que representa ese senador, es decir, la presidencia del Senado de la República.

Piña siempre, en sus discursos, ha defendido la división de poderes y la autonomía con que éstos deben trabajar. Pero eso es en los discursos. En los hechos, es evidente que la ministra no respeta lo que dice en público, y que se comporta como una golpeadora que “opera” intimidando a sus adversarios y buscando a toda costa el beneficio particular. Es inadmisible que la máxima autoridad judicial del país se comparte como lo está haciendo Norma Piña. No es ético, y no corresponde al digno encargo que tiene. Por ello, la ministra no sólo debe ofrecer disculpas, sino también renunciar.

Y es que, además, difundió una carta donde admitió ser la autora de los mensajes, y afirmó en ella que no fue una amenaza, sino su “tono frontal y directo al hablar”. Esto es una burla no sólo al Senado, sino al pueblo mexicano. Es insostenible que la ministra presidenta se desenvuelva y actúe así, y por el bien de la Suprema Corte y del propio Poder Judicial, la ministra debe renunciar a su encargo. Es indigna ya de él.

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