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abril 18, 2024

Voces

Arreando al Elefante | La cabeza de la ministra

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Ana María Vázquez 

Durante la magna concentración que se dio el sábado en el Zócalo de la capital con motivo del aniversario de la Expropiación Petrolera, destacó una muñeca con la imagen de la ministra Piña, en sus manos una bolsa con un signo de pesos, dicha imagen fue quemada mientras los manifestantes gritaban ¡fuera Piña!; cartulinas con frases como ¡Norma Piña, renuncia, el pueblo te lo exige! Para muchos es clara la “coincidencia” con la entrada de la ministra y la liberación de cuentas de Cárdenas Palomino, de la esposa de García Luna, la liberación de Rosario Robles, la suspensión de la orden de aprehensión de Cabeza de Vaca y la más reciente, la reposición de Edmundo Jacobo en el INE.

La hoguera es el reflejo del repudio del pueblo ante acciones que deberían ser de justicia pero que distan mucho de serlo, no se pide una justicia a modo (que es lo que sucede ahora), lo que se exige es la justicia
real, cabal y plena acorde a su jerarquía. La máxima autoridad de impartición de justicia ha estado dando muestras claras de favoritismos contra personajes que tienen probados nexos con el narcotráfico, corrupción, robo, estafa y muchos otros delitos que, gracias al dedo mágico, hoy por hoy están fuera del ojo de la ley.

No quiero exculpar el hecho, que es reprobable, de quemar una imagen, sin embargo, es, repito, la clara muestra del descontento en el que hoy se encuentran los actos de la ministra. Ahora que nos estamos
desprendiendo del neoliberalismo, hemos aprendido que nuestra voz tiene peso y la exigencia se deja ver en las calles y en las redes. El poder judicial, el más corrupto y hasta ahora intocado por la 4T, tendrá que
transformarse, limpiarse o ser motivo de una profunda renovación como lo exige nuestro tiempo y nuestro país.

El final, lo que ardía en esa pira en el centro de la ciudad la tarde del sábado, no era la cabeza de la ministra, sino la de una institución caduca, que favorece a los ricos, que se niega a investigar con perspectiva de
género, que aún goza de privilegios y no de igualdad, que se mantiene por extorsión y favoritismos. Al final, es la cabeza de los viejos sistemas los que tienen que arder en una gran y enorme hoguera.

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