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abril 24, 2024

Voces

Arreando al Elefante | Soberbia real

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Ana María Vázquez 

La figura de Simón Bolívar es profundamente respetada en Latinoamérica, ya que fue él
quien condujo la campaña de independencia
de Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador, Panamá y por supuesto Colombia; se dice que, empuñando la misma espada, logró llevar a buen puerto la liberación de estos países del yugo español.

La espada de Bolívar es considerada como el máximo símbolo de libertad y por ello fue robada por el M19 (un grupo guerrillero), y se cuenta que fue ofrecida como regalo al hijo de Pablo Escobar.

Cuando la espada fue recuperada, se le resguardó como el gran símbolo que es, en la casa presidencial.

Al entrar la izquierda al poder, de la mano de Gustavo Petro, éste le solicitó a Iván Duque, que la espada estuviera presente en la ceremonia de toma de posesión, pero Duque se negó. Sin embargo, la primera orden de Petro fue pedir la espada para que fuera presentada en plena ceremonia, tal como sucedió.

Un hecho vergonzoso es que Felipe VI, actual rey de España, invitado a la ceremonia, no se pusiera de pie ante la entrada de un símbolo que representa la libertad para Latinoamérica; algunos de los asistentes hicieron escuchar su rechifla ante el agravio del rey español mientras éste, sin inmutarse, miraba hacia otro lado, como fingiendo no escuchar.

¡Qué terrible que represente tan poco para el habitante europeo un símbolo tan importante para América Latina!, ¡qué grave y sintomático gesto de soberbia real al que no le significa ningún respeto el acto solemne al que fue invitado!

Y en últimas ¡qué pésima educación del monarca que pareciera estar de nuevo visitando lo que otrora fueran sus “colonias”, que por supuesto YA NO LO SON!

Cuánto le ha costado a este lado del mundo
su libertad, su soberanía y hacerse del respeto
de los que antes, con sangre y fuego, robaron y subyugaron pueblos enteros enfundados en la mentira de la cruz y de convertirnos en “gente de razón”.

Qué pena que el viejo mundo sigua ahí, envejeciendo, guiado por la soberbia de los que creen que todo lo merecen. Recuerdo una frase que escuché de un súbdito español: “España tiene rey, no por la gracia de Dios, sino porque Dios es un gracioso”.

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