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Ian Soriano
La Ciudad de México enfrenta un problema de vanguardia. Con la aparición de las bicicletas sin anclaje y patines eléctricos (scooters) sobre sus calles y su espacio público en general, la reacción del ciudadano “de a pie” ha sido el reclamo a los alcaldes por ignorar el problema, al secretario de Movilidad, Andrés Lajous, por no frenar la operación ilegal de empresas que prestan el servicio y también a los dueños de las millonarias compañías por su actitud voraz.
Hasta el momento, el saldo que ha dejado la circulación de los patines y bicis (sin reglamentos ni sanciones) en las alcaldías Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc, Benito Juárez y Álvaro Obregón es de un joven muerto y un niño atropellado, con fractura.
Por ahora, el titular de la Semovi ha otorgado permisos temporales, de 45 días, a empresas de scooters; sin embargo, organizaciones vecinales se han quejado de no ser tomadas en cuenta en dichos programas piloto.
Por esa razón y a la par de la cacería que la Semovi ha hecho contra empresas que no cumplieron con los lineamientos para permiso temporal, el descontento de algunos vecinos los ha llevado a vandalizar patines y bicis, borrándoles el código QR (equivalente a un código de barras) o incluso subiéndolos a los árboles.
Actualmente, en ciudades como Zurich, Ámsterdam, Frankfurt, Los Ángeles y Turín, se intenta reglamentar el mismo problema de movilidad urbana.