Visitas
Malditos smartphones. Nos están metiendo en problemas. Sabe más Google de nuestra pareja que nosotros mismos. Sí, porque cada búsqueda que hace en el celular, información que lee o lugares que visite, Google lo sabe. Nosotras no.
No podemos exigirle al marido que nos comparta su contraseña. Si dejan el celular por descuido y logramos husmear en sus chats o ver en qué se entretienen en internet, podemos hacernos una historia que no es.
Más vale no meternos donde no nos llaman. Los hombres regularmente abren chats de amigos con contenido bastante pelado. Nosotras también. Es probable que ni siquiera le prestemos atención al chat guarro (que todos pertenecemos a uno, aunque no estemos muy activos). ¿Se imagina si nuestro marido viera lo que en ese chat se comparte? ¿O usted viera lo que ellos escriben por mantener intacta su virilidad?
Mi marido sí tiene mi clave del celular. ¿Sabe por qué se la comparto? No porque no tenga nada que esconder. Lo hago porque sé que él no metería sus narices en mi teléfono. En cambio, él no me comparte su clave. Y le doy gracias a Dios. A mí sí me mataría la curiosidad. Típico de mujeres.
Él asegura que me ha dado varias veces la contraseña, yo ya no sé quién de los dos tiene peor memoria. El tema es que por más que me quiera yo meter a ver en qué anda”navegando”, sabe más Google que la pareja. Yo tendría el teléfono unos minutos, Google lo domina.
Debemos relajarnos, olvidémonos de ese pequeño detalle de la contraseña o clave. Seguridad, respeto, confianza. Pongamos en la relación todos esos valores que son con los únicos que podremos tener un matrimonio estable y feliz.
Ya no se la arme de tos por la clave. Ya no insista ni doble el cuello como jirafa para tratar de leer lo que escribe en el WhatsApp o busca en Google. No permita que el smartphone de su marido sea un problema en la relación. Tantita confianza y seguridad. Y vivieron felices para siempre, gracias a El manual de la buena esposa.