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Susana Zabaleta, puso nervioso a Adal Ramones, en La Academia del domingo pasado, luego de cantar Bésame mucho, al estilo Zabaleta, con combinación de soprano y con estribillo remarcado con voz ríspida y grito controlado, a lo que el conductor le dijo: “Este tema va a estar en mi casa, que es tu casa”, y ella respondió: “Yo creí que lo ibas a poner en tu corazón, idiota”, y es cuando Adal (con cara de yo qué hice, mirada desmesurada y cara de bobo), no sabía si reír o llorar. Adalberto se apendejó y no le dio réplica en el mismo tono, de humor, de farsa, hasta que ya no pudo más y le dijo determinante: “¡Ya, ya!”.
Es cierto que Adal, ha sido el más gris de los conductores de La Academia, pero cara de idiota, pues no se la vemos. Susana, préstame tu lupa. Adal no tuvo la chispa para contestarle en el mismo tono, irónico e inesperado, que tiene la Zabaleta, que a veces me recuerda a María Félix, por la forma de reaccionar tan distante a lo que uno espera como respuesta.
Conociendo su comportamiento en el escenario, no es sorpresa. A veces parece una vampiresa, come hombres, y a veces parece la niña antipática, que quiere demostrar en tertulia familiar sus virtudes como cantante.
Hablando de La Academia, yo veo un buen equilibrio de los que integran el jurado: Edwin Luna y Edith Márquez, son los expertos.
Edwin Luna es el más destacado por sus conocimientos en la música y la interpretación popular, por lo tanto sus juicios técnicos y elocuentes, son muy útiles para los participantes.
Edith Márquez, sabe cuando alguien se desafina o cuando no cumple con los requisitos de cantar bien, además, sus puntos de vista son muy valiosos. Ayudan a que el televidente tenga información más técnica.
Horacio Villalobos, es sencillo en su forma de hablar y hasta simpático al expresarse. Es un observador muy agudo y sin pelos en la lengua.
López Gavito, gran experiencia en el mundo de la música, impone y tiene la virtud de ser muy certero en sus juicios, prudente hasta en la forma de decir los defectos de los concursantes.
La participación de ambos es la observación de la imagen, de la personalidad en el escenario de todos los jóvenes académicos.
Para concluir, disfruto mucho de este programa, porque además veo que es la mejor producción escenográfica que haya tenido La Academia, aunque también hay que señalar que es el peor casting de talento.
Ah, y algo en particular, que está fuera del sentido común y autoral, que no canten las canciones completas. A ningún autor le gusta que le alteren su obra, ni por todo el dinero del mundo.