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Renuncia de Fecal es una frecuencia

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De frente y de perfil por Ramón Zurita Sahagún 

La renuncia de Felipe Calderón a su militancia panista no resultó una bomba, ni siquiera impactó al interior de la estructura, ya que su alejamiento era notorio.

No es que la figura de un ex Presidente de la República no cimbre con su desistimiento de continuar con la militancia del partido que lo llevó al poder, sino que se convirtió en una práctica común el que los altos mandos de un partido renuncien o se cambien de camiseta, con una frecuencia inusitada.

En Acción Nacional, el primer Presidente de esa militancia, Vicente Fox, decidió, simplemente, no refrendar su membresía.

Son los dos únicos ex Ejecutivos federal que lo hicieron luego de terminar con su administración sexenal, ya que en el caso de los ex priistas ninguno procedió con esa forma.

En el caso particular de Calderón siguió una práctica que parece común dentro de la estructura familiar.

Su padre Luis Calderón Vega, renunció a una larga militancia de años dentro del PAN, partido del que fue fundador. Su hermana Luisa María lo hizo después de ser dos veces candidata perdedora a gobernadora de Michoacán y ser diputada federal y senadora por la gustada vía plurinominal. Igual sucedió con su esposa Margarita Zavala que al no lograr ser candidata presidencial, renunció a la militancia, después de usufructuar candidaturas plurinominales.

La realidad con Calderón es que su alejamiento del partido ocurrió desde los tiempos en que intentó apoderarse de la estructura partidista y sembrar al dirigente nacional en la figura de su ex secretario particular, Roberto Gil. Su intromisión fue tal que el hoy senador Germán Martínez prefirió dejar la dirigencia del partido, bajo el pretexto de no lograr los resultados electorales esperados en 2009.

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