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Ciudad de México.– Los Juegos Olímpicos de México 68 vieron surgir la figura de Debbie Meyer, la estadounidense se convirtió en la primera mujer en obtener tres medallas de oro individuales en la natación.

Con apenas 16 años en aquel entonces, la nacida en Annapolis, Maryland, llegó a la justa veraniega con el apoyo de sus padres.

“En ese tiempo las mujeres no tenían carreras universitarias, por lo tanto no competían a nivel universitario, la mayoría de las mujeres dejaban los estudios a los 19, 18, 16 o 15 años, entonces no pasábamos de la preparatoria, tu carrera deportiva dependía de tus padres en el aspecto monetario, ellos pagaban tu traje de baño, los viajes para las competencias, la alimentación, la mayoría de los nadadores eran jóvenes entonces, ahora todos van a la universidad y compiten hasta los 21, hay una gran diferencia”, explica Meyer en entrevista para Grupo Cantón, en su regreso a tierras aztecas, 50 años después de los Juegos Olímpicos en los que impuso además tres récords de la justa en los 200, 400 y 800 Metros Libres en los que participó, llevándose el primer sitio.

A pesar de estos logros, Debbie no se considera como una de las grandes figuras del olimpismo.

“No, no soy una leyenda, sólo soy una persona, fui una atleta como todo los demás, sólo tuve suerte esos días”, refiere entre risas, aunque sí reflexiona sobre la relevancia de haber tomado parte de esta competencia.

“‘Una vez olímpico, siempre olímpico’, como digo, todos somos una familia, porque tuvimos la oportunidad de vivir algo único, como en México, y debería ser un mantra olímpico mundial, todo mundo debería decir eso”, asevera Meyer en la pista de tartán, del Estadio Olímpico Universitario, donde se llevó a cabo la conmemoración del medio Siglo de los Juegos Olímpicos realizados en la Ciudad de México, celebración a la que no podía faltar.

“Me siento emocionada, honrada, muy honrada de que haya sido invitada a volver, y participar en el cumpleaños 50 de los Juegos Olímpicos, algo que no es muy común.

“Además de volver a ver a mis amigos, atletas de Estados Unidos, como Michael Wenden, y mis rivales mexicanas, como María Teresa (Ramírez), Laura Vaca, y otros que conocí gracias a la natación, somos una familia y estamos aquí celebrando un gran cumpleaños”.

DE NUEVO AL AGUA

Debbie confiesa que en su vuelta a la capital del país, a medio Siglo de distancia de su gesta olímpica, volvió a la piscina donde se cubrió de gloria.

“Sí, volví a nadar en la Alberca Olímpica. La verdad no nadé rápido, sino más bien lento”, acepta una sonriente y amable Meyer.

“Pero aún pude sentirme como aquella vez en la competencia, estaba en el mismo carril, volví al mismo lugar a hacer lo que me gusta, fue maravilloso, además el agua estaba más caliente que hace 50 años”, añade la leyenda olímpica, aunque ella no se catalogue así.

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