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Rosario Robles sabía a qué iba a la Cámara de Diputados, por lo que se blindó, con una recia armadura, se mentalizó y se dispuso a enfrentar acusaciones de todo tipo, manteniéndose inalterable y negándolo todo. Nada descompuso su figura, acostumbrada a lidiar con todo tipo de señalamientos y hasta encaró a algunos de los diputados que la cuestionaban, precisando que las acusaciones en su contra son parte de la misoginia.
Su consigna fue niega todo, que algunos te creerán, por eso se sostuvo una y otra vez con el mismo discurso y hasta aventuró “el que nada debe, nada teme”.
Dueña de una buena retórica y oratoria, la titular de SEDATU, prendió la mecha ante una legislatura poca avispada para entrar en la discusión con pruebas y lista para descalificar y acusar, en una constante provocación.
La pasión desatada por Rosario Robles llegó al extremo de generar un conato de pelea entre los diputados Gerardo Fernández Noroña de MORENA y Luis Enrique Miranda del PRI.
Ambos diputados son de mecha corta, aunque la oportuna intervención del coordinador de los tricolores, René Juárez, evitó que la situación pasara a mayores y se desatara el intercambio de golpes.
En esta tormentosa comparecencia de la titular de SEDATU y ex secretaría de SEDESOL, con acusaciones fuertes sobre el destino de dinero enviado a universidades y empresas fantasmas, el más de ellos disponible en efectivo y sin comprobación alguna. Rosario se presentó con una imagen blanca y hasta fanfarroneó estableciendo que ella no requiere que la perdonen y pide que se le investigue, si eso es necesario.
Siendo uno de los dos secretarios del gabinete presidencial más cuestionados, la todavía titular de SEDATU reiteró que ella vive en la misma casa desde hace 25 años, con una vida transparente, sin nada que ocultar y cuyo patrimonio no ha cambiado.