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¿Qué hace en sus demoras?

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CIUDAD DE MÉXICO.– La gente se le arremolina. Le piden selfies, mensajes grabados para la abuelita, para habitantes de una región en específico; ayuda para resolver algún problema; le dan consejos para un “mejor gobierno”, lo felicitan, le dicen que están con él y le darán siempre todo su apoyo.

A todos atiende. En ese momento, hay tiempo para ello. Son las horas de espera del Presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Ocho horas por demoras de sus vuelos a la CDMX. Cinco en Huatulco y 3 en Ciudad Obregón.

En Huatulco, miércoles 19, recordaba que los héroes y próceres de la patria vivieron tiempos más difíciles, porque ni coches había, y a veces ni tren ni caballos. Ahora somos privilegiados, remarcaba. “Y si el vuelo no se va hoy, nos vamos mañana. Ya nos ha pasado”, decía con serenidad.

En un momento, comenzó a charlar de beisbol, deporte que aprecia ver y practicar. Mostró su mano derecha, el dedo meñique desviado, secuelas de una fractura jugando. Narró que aquella vez se arrojó pecho tierra para atrapar una pelota y sí evitó el hit. En principio no sintió ni dolor. Después se percató que tenía el dedo desviado. Se lo rompió.

Charló con sus colaboradores. Planteó agenda. Hizo llamadas telefónicas. Se metió a una tienda de artesanías. Tomó su café exprés. Ni sufría ni se acongojaba.

De la demora de Ciudad Obregón, el sábado 22, al menos Aeroméxico avisó antes. Por ello, AMLO ya llegó al aeropuerto preparado en tiempo para volar a las 21:05 horas.

En la sala de espera, Obrador estuvo rodeado de una decena de periodistas, y más de 20 personas que le escuchan sus anécdotas. De todos los temas: familiares, infancia, beisbol, política, historia.

Iba más allá de la selfie con las personas, escuchaba sus comentarios, propuestas, “tips” para gobernar, demandas ciudadanas, cuestionamientos. Para él, ello no es tiempo perdido: escuchar a la gente es una de las partes más importantes del Presidente, argumentaba en esencia.

Incluso, hasta complacer a los viajeros. Un mensaje para la abuelita, uno para los veracruzanos, otro para el padre de un señor, a quien le dijo que ya le va a duplicar el apoyo de la pensión para adultos mayores. Y hasta una señora que le pide le tome una llamada telefónica a su esposo, quien no le creía que estuviese ahí frente al Presidente electo.

AMLO, sin duda, goza de esa simpatía de la gente.

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