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Si 300 medios de EU no hablan por y a sus lectores, ¿entonces, quién? Si, contra la embestida del republicano a la libertad de prensa, se pronuncia la bancada de su partido en el Senado, ¿esos legisladores no ejercen mandato popular de los electores?
A mediados del 17, siquiatras norteamericanos diagnosticaron que Trump adolece de perturbaciones mentales que ponen en riesgo la Seguridad Nacional. En 18, el desquiciamiento emocional del magnate lo empinó en una guerra comercial, disparando misiles a la economía china.
Trump ha anunciado una ofensiva propagandística de 2 meses en la perspectiva de las elecciones de otoño. Su bandera será el proteccionismo; táctica que le abrió las puertas de la Casa Blanca.
Con su guerra arancelaria, que extendió a Europa y se llevó entre las espuelas a México y Canadá, ha profundizado la volatilidad de las economías centrales y de las periféricas en nuestro hemisferio.
Ante ese sibilino personaje se postró el gobierno mexicano, agradeciendo la firma de un acuerdo bilateral. En las horas del anuncio del festinado acuerdo, senadores expresaron preocupación legal referida a la solicitud de aprobación fast track.
No hay consenso senatorial de la exclusión de Canadá. Sólo un instrumento trilateral sería aprobado por la vía rápida con 51 votos. El bilateral requiere 60 y los republicanos lo pensarían dos veces antes de que inicie el conteo.
El presidente del Comité de Finanzas del Senado, Orrin Hatch declaró que si se pretende conservar el liderazgo de manufactureros, granjeros y rancheros, el acuerdo final debe incluir a Canadá.
La ley de gravedad tiene una lógica: Si se quita la escalera, el operario termina colgado de la brocha. Su suerte es el porrazo. Es el peligro en que quedó México.