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CIUDAD DE MÉXICO.–“¡Tomen bien, porque para que vean cómo me tienen!”, exclamó Andrés Manuel López Obrador, cuando su vehículo estaba prácticamente varado frente a sus oficinas, pues un tumulto de medio centenar de reporteros, camarógrafos, fotógrafos y gente que lo iba a saludar, le bloqueó el paso.
Así pasaba López Obrador del “no me apachurren” que le pide a la multitud cuando sale caminando de alguna concentración, al “vean cómo me tienen”, a los periodistas, quienes pregunta tras pregunta bombardeaban al presidente electo, pues causó gran expectativa porque venía de desayunar en su casa, con el ex candidato presidencial del PRI, José Antonio Meade.
Cuestionamientos de todo tipo: “¡No que iba a ser transparente? ¿Qué desayunaron? ¿Por qué no nos informaron antes del desayuno? ¿Ya su comunicación social va a ser vía Twitter? ¿Se va a reunir igual con Anaya?».
Dio algunas respuestas muy escuetas: “Mañana o pasado hablamos (de la reunión con Meade). No tengo nada que esconder, absolutamente”. Y soltaron una pregunta más dura: “¿Fue un pacto en lo oscuro con Meade?”. Con serenidad, pese a la caótica situación, López Obrador respondió: “No voy a caer en provocación, amor y paz. Ya por favor, estamos tapando la calle”. Si no llegaba a molestia, sin duda se notaba que la situación le era incómoda.
Pero el vehículo no podía avanzar. Era imposible, porque además un camarógrafo estaba recostado en el cofre. Casi 15 minutos tardó López Obrador en avanzar apenas unos 15 metros para entrar a sus oficinas.
Afuera, algunos se preguntaban: ¿Qué habría ocurrido si el camarógrafo se hubiera caído y que fuese lastimado por el vehículo de López Obrador? Un escándalo nacional, sin duda.
A las 3 de la tarde, cuando López Obrador se retiró de sus oficinas, otra vez fue caótico el avance de su vehículo. Se escucharon gritos y frases de unos y otros: “¡Aguas, aguas con la llanta!”. “Ten cuidado, va a avanzar el coche”. “¡No te subas ahí!”. “¡Ay, ay!”. “¡Párese, párese!”, le gritaron en forma desesperada a Obrador, quien de inmediato le dijo a su chofer: ¡Párate, párate!
Y hubo instantes para algunas respuestas, igual muy escuetas. Esta historia de los tumultos alrededor de López Obrador es cotidiana en sus oficinas, pero este viernes sí superó con mucho prácticamente todas las ocasiones anteriores, desde que ganó la Presidencia el 1 de julio.