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Tras más de un mes sin agenda pública, el presidente municipal de Ixtapaluca, volvió a aparecer en un acto público en donde todavía busca seguir gobernando
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
La reaparición del presidente municipal de Ixtapaluca, Felipe Arvizu, después de más de 30 días fuera del espacio público, no trajo certezas, sino una nueva ola de cuestionamientos. Su presencia, registrada de manera discreta durante un acto fúnebre, fue suficiente para reactivar el debate sobre la conducción del gobierno local y la ausencia prolongada del edil en un momento crítico para el municipio.
Asistentes al evento relataron que el alcalde mostraba un evidente deterioro físico, lo que avivó versiones sobre posibles problemas de salud. Sin embargo, más allá de las especulaciones, el punto central es la falta de información oficial.
El Ayuntamiento no ha emitido comunicados que expliquen la razón de su ausencia ni ha detallado cómo se garantizó la continuidad administrativa durante ese periodo.
La situación ocurre en un contexto adverso. Ixtapaluca enfrenta señalamientos persistentes por deficiencias en el suministro de agua, retrasos en obras prometidas y complicaciones financieras en organismos municipales. La falta de una figura visible al frente del gobierno ha reforzado la percepción de desorden interno y de decisiones postergadas.
Especialistas en gobernanza advierten que la ausencia prolongada del titular del Ejecutivo municipal debilita la coordinación institucional y abre espacios de incertidumbre. Sin una conducción clara, señalan, las áreas operativas tienden a paralizarse y la rendición de cuentas se diluye.
Vecinos consultados coinciden en que el problema no es únicamente la salud del alcalde, sino el silencio que rodea su situación. En un municipio con más de 540 mil habitantes, la opacidad se traduce en desconfianza y alimenta la idea de un gobierno ausente.
La reaparición del edil, lejos de cerrar el capítulo, dejó abierta una pregunta clave: ¿quién gobierna Ixtapaluca cuando su alcalde no está?
