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Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
Malos manejos de presupuesto
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha sido objeto de críticas por sus dispendios y malos manejos en el presupuesto. El anterior Jefe del Ejecutivo señaló sistemáticamente la forma en que se manejan los recursos en las universidades públicas, en particular en la Máxima Casa de Estudios y, la ahora Presidenta de México, recientemente precisó la urgencia de que las universidades se manejen bajo el principio de austeridad republicana, sin abusos en el dinero que el pueblo de México les entrega para que cumplan sus funciones de formar profesionistas, investigar y difundir la cultura.
Al respecto, se ha denunciado el derroche perverso, contrario a la moral que hay en la UNAM, quien, pretexta su autonomía para no someterse a ninguna regla externa de revisión y utiliza los recursos, entre otras cosas, para promocionar funcionarios, empezando por el Rector, que es el “dueño y señor” del presupuesto y lo reparte entre sus correligionarios y un grupo de personajes que giran a su alrededor, conocidos como la “mafia universitaria”. Inclusive, ha habido fuertes críticas por las grandes cantidades de dinero erogadas para publicidad, algo totalmente innecesario. Una institución educativa pública no necesita pagar por este concepto, su función es proporcionar educación, no promocionarse, pero, sin duda, lo anterior es una forma de engañar al pueblo y utilizar los fondos para beneficio personal.
El sistema de gobierno de la UNAM es antidemocrático, basado en una Junta de Gobierno, integrada por 15 sujetos que “viven” a costa de la Universidad, recibiendo todo tipo de beneficios y altos sueldos; la UNAM ha sido cuestionada por la falta de transparencia y por su “democracia dorada”, conformada por investigadores y maestros de tiempo completo, que en realidad solo trabajan unas cuantas horas, pero reciben sueldos de hasta más de cien mil pesos, mientras los maestros de asignaturas tienen salarios modestos que ni lejanamente se asemejan.
Es necesario que la UNAM sufra un cambio vital y de fondo, para evitar más corrupción.