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La regidora panista Denisse Ahumada fue condenada en Texas por llevar más de 40 kilos de cocaína en su automóvil, ¿por qué no nos sorprende? Porque desde hace años se han normalizado los lazos entre el narcotráfico y la política mexicana; se tiene documentado formalmente desde el sexenio de José López Portillo, aunque existen pruebas que desde el gobierno de Ávila Camacho, los lazos con “los malos” eran secreto a voces, por ejemplo con Arturo “Negro” Durazo; con de la Madrid se puso al descubierto que Javier García Paniagua aceptaba sobornos para hacerse de la “vista gorda” al narcotráfico; desde esa época, los diarios comenzaron a normalizar las alianzas entre el poder y los grupos delictivos que hasta los 80 comenzaron a llamarse “cárteles” diciendo que era mejor aliarse para que el narco “respetara” a los civiles, este pretexto sirvió para limpiar las alianzas económicas, compra de votos, conciencias, dinero para campañas y defensa en las cámaras de los aliados con el crimen organizado, compra de licencias de funcionamiento y multitud de negocios lícitos en manos de familiares de conocidos líderes de cárteles.
Paralelo a ello, en los últimos 20 años, la llamada “cultura del narco o estética del narco” ha permeado en la ciudadanía: cine, novelas, música, mujeres reconstruidas a base de cirugías, autos de lujo y alhajas ostentosas eran los objetos de deseo y seducción de jóvenes que anhelaban la vida loca, el poder y dinero, comenzaron a unirse a las filas de los diversos grupos delictivos que, con la ayuda de Estados Unidos, comenzaron a ampliar sus redes para hacerse productivas transnacionales. Un negocio donde todos ganaban, menos los ciudadanos. Paralelo a ello, los grupos de autodefensa que comenzaron a surgir desde el sexenio de Salinas, poco o nada han podido hacer para contener el avance de los que ahora reclaman sus cosechas, sus tierras, su agua, el derecho de piso a comercios y sus jóvenes como botín de guerra. Así llegamos de nuevo a Sinaloa, Chiapas y Michoacán entre otros estados que, entre omisión y contubernios resisten los embates del crimen organizado.
No es un asunto nuevo, de hecho, se fomentó por sexenios, pero es algo cuya gravedad ya no puede soslayarse y que el nuevo gobierno tendrá que poner entre sus prioridades.
Ana María Vázquez
Escritora/Dramaturga
@Anamariavazquez