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Jorge Gómez Naredo
@jgnaredo
El zócalo de la Ciudad de México se llenó para el inicio de campaña de Claudia Sheinbaum. Fueron miles y miles de personas las que acudieron. Ahí, la candidata de la coalición Morena-PT-Verde dio un discurso donde realizó 100 propuestas de campaña.
En ellas, se dibujó la profundización de lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha llamado la Cuarta Transformación. Entre las propuestas más destacadas, están, por ejemplo, la construcción de varias líneas de trenes de pasajeros, el aumento del 11% anual al salario mínimo, una estrategia de combate a la delincuencia, etcétera.
Los compromisos mencionados por Claudia Sheinbaum están bien estructurados, son viables, y representan de forma muy clara la apuesta por el bienestar del pueblo de México.
Por su parte, la candidata de la coalición PAN-PRI-PRD inició su campaña en Fresnillo, Zacatecas, donde propuso la construcción una cárcel donde se trate mal a las personas internadas y así -dijo la panista- abatir la delincuencia. En su segundo acto de campaña, ahora en Irapuato, firmó un compromiso donde aseguró que continuarán los programas sociales impulsados por el presidente López Obrador. En un acto atípico en una campaña electoral, firmó ese compromiso con sangre.
Las propuestas que hasta ahora ha presentado Xóchitl Gálvez carecen de seriedad y están basadas más que en una reflexión informada, en ocurrencias. Por ejemplo, construir una cárcel y anunciar que se torturará (algo por demás ilegal) a los delincuentes, no acabará con la violencia en el país.
Los primeros días de campañas presidenciales nos muestran que, en el caso de Claudia Sheinbaum, hay un proyecto de nación bien estructurado y realizable y, con Xóchitl Gálvez, hay ocurrencias y propuestas que son ilógicas o imposibles.
Las diferencias entre ambas candidatas son tremendamente abismales.
