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SEBASTIÁN RAMÍREZ MENDOZA
Discurso pronunciado en el acto conmemorativo por los 50 años del Golpe de Estado en Chile.
Primera parte
Nos reunimos el día de hoy que se cumplen 50 años del brutal golpe de estado en Chile por distintas razones.
Primero porque defendemos la vida. Porque el proceso que comenzó con el derrocamiento de Salvador Allende fue parte de una política de los Estados Unidos para imponer dictaduras militares en América Latina que dejó miles de personas torturadas, víctimas de ejecución extrajudicial y detenidos desaparecidos. Miles de vidas que su único delito fue soñar un mundo distinto, una sociedad más justa, y fueron brutalmente apagadas. Nuestra convicción humanista nos impide olvidar una atrocidad tan grande, necesitamos mantener viva la memoria porque sólo así podremos asegurarnos de que nunca más se repita. Y porque todos los compañeros que perdieron la vida a lo largo de la patria grande merecen nuestro recuerdo y homenaje.
Nos reunimos aquí también porque un día como hoy hace 50 años murió en combate por la democracia un hombre de esos que parecen gigantes. Un hombre que nos legó una visión de la política y de la transformación que nos sigue dando lecciones. El presidente Salvador Allende, fue un revolucionario, un médico, un humanista, un socialista, un demócrata que siempre mantuvo la fe en la capacidad del pueblo para transformar la historia. Allende nunca desespero, logró conquistar la presidencia de Chile después de cuatro intentos. Recorrió su país y organizó a su partido desde los años treinta del siglo veinte, con la profunda convicción de que la transformación de Chile sólo sería posible con la inmensa participación y concientización del pueblo. ¿Les suena conocido? Pues sí, nuestra transformación, que es muy mexicana, tiene en Salvador Allende un punto de inspiración.
En el discurso del comienzo del gobierno del presidente Allende un 5 de noviembre de 1970 expresó: “Nuestro programa de gobierno, refrendado por el pueblo, es muy explícito en que nuestra democracia será tanto más real cuanto más popular; tanto más fortalecedora de las libertades humanas, cuanto más dirigida por el pueblo mismo”. Parece que Allende le sigue hablando a los chilenos, a los latinoamericanos y les diría que a toda la humanidad de nuestro tiempo.
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