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Arreando al Elefante | El doble discurso de Estados Unidos

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Ana María Vázquez

Es claro que el fentanilo es una droga poderosa, y que constituye una amenaza para la población, como lo estamos viendo en diferentes condados de Estados Unidos, como San Francisco y Filadelfia.

Fue el mismo gobierno norteamericano, principalmente la FDA, quien aprobó su uso indiscriminado, más allá del que tenía en un principio, es decir, procedimientos quirúrgicos y post quirúrgicos, lo que no han dicho, quizá porque no les conviene es que, para potenciar esta droga, se utiliza otro componente, usado en veterinaria: la Xilacina, que es, justamente el que provoca el efecto “zombi” y prolonga los efectos del fentanilo, haciéndolo mortal, ya que en otro caso duraría muy poco.

Lejos de implementar programas sociales, el gobierno norteamericano ha presionado a países, cuando el problema tiene que resolverse TAMBIÉN adentro, pero es claro que no es ese el interés y genera un doble discurso para usarlo como siempre, como arma política.

La Xilacina fue aprobada desde 1972 por la FDA para uso veterinario, y desde hace más de una década, es de venta libre y se ha mezclado principalmente el fentanilo para ser distribuido en las calles.

En una reciente declaración, el titular de la Oficina Nacional para la Política de control de Drogas, declaró que se había incrementado más de 1000% el uso de Xilacina combinada con fentanilo. Sin embargo, lejos de frenar y realizar controles y estricto seguimiento, el gobierno de Joe Biden ha lanzado un tibio proyecto: convocar a agencias para presentar alternativas de antídoto, educar a los médicos para tratar tanto la abstinencia como la adicción y seguir “frenando” el tráfico de México y China. De nuevo, las medidas de fondo son inexistentes, no hay regulación o prohibición de Xilacina dentro del territorio norteamericano porque el mercado veterinario estallaría. La lucha contra el narcotráfico debe ser multifactorial, bajo acuerdos con los gobiernos involucrados, pero sobre todo, bajo un sentido humano… difícil pedir humanidad a un país cuya ley es el dinero y más difícil aún es impedir que tanto demócratas como republicanos usen esta nueva pandemia como arma política y sigan exigiendo invadir a México.

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