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Influenciado por sus abuelos, su padre y Camacho Solís

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CIUDAD DE MÉXCO. – Increíble parece que existan personas que puedan concebir obras médicas y científicas semejantes, como el abuelo paterno y el padre de Manuel, quienes también se dieron tiempo para escribir y conferenciar: su abuelo fue autor de seis libros y más de 400 trabajos científicos publicados en revistas especializadas de México y el extranjero; dictó más de mil conferencias; fue miembro de la Academia Nacional de Medicina, Academia Mexicana de Cirugía, Academia Americana de Neurología, Colegio Americano de Cirujanos, Sociedad de Neurocirugía Francesa, Sociedad Internacional de Cirugía, Sociedad Harvey Cushing, Asociación Americana de Neurólogos-Cirujanos, Academia Brasileña de Neurología y la Federación Mundial de Sociedades Neurológicas, entre otras.

Su padre, en 1981 ingresó como neurocirujano pediatra al Hospital Infantil de México “Dr. Federico Gómez” de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, donde también participó en el rubro de la enseñanza y en congresos nacionales e internacionales, escribió para publicaciones en revistas especializadas. Su prematura existencia, solo le permitió escribir un libro: “Infarto Cerebral”, que habla de cómo prevenirlo. En 1983 fue nombrado jefe de Neurología, Neurocirugía y Psiquiatría del Hospital Juárez de México. Postulado como candidato a diputado federal no pudo desempeñarse, ya que falleció días antes de tomar posesión. En 2015, por su contribución al impulso de la neurocirugía pediátrica, se impuso su nombre a la Unidad de Cirugía Experimental del HJM.

Influenciado por los ejemplos de sus dos abuelos y su padre, así como por la trayectoria de su tío político: Manuel Camacho Solís, quien estuvo casado con Guadalupe Velasco Siles, hermana de su mamá, el joven Manuel Velasco Coello emprendió con tesón el bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), de la UNAM, plantel sur, y más adelante cursó estudios de Derecho en la Universidad Anáhuac y licenciatura en Derecho por la Universidad Humanitas, Escuela Superior de Leyes y Negocios. Y por primera vez, después de tres o cuatro años, pensó en participar en la política. Dios, como dicen las abuelas, le hizo sentir la vocación de servicio a la comunidad y la necesidad de participar en la administración pública.

A estos pensamientos, de los cuales no habían tenido noticias ni doña Leticia, su madre, ni su joven hermana María Fernanda, les dedicaba horas y horas; su abuelo (que fue gobernador de Chiapas de 1970 a 1976) era el ejemplo inmediato a seguir, por lo que se propuso ocupar también el trono de su estado natal, y para habilitarse, pensó que antes debería conquistar otro cargo de elección popular más modesto. Al perder a su padre, también se veía con su abuelo materno, don Fernando Coello Pedrero, quien conocía a varios políticos, en particular a López Obrador con el que mantenía una relación de años, ya que era amigo de sus papás.

 

La mano misteriosa del abuelo materno

El asunto es que apenas cumplió los 18 años, inició en su carrera política como militante del Partido Verde Ecologista de México en 1998; donde, impulsado por la mano misteriosa del abuelo materno, se desempeñó como secretario técnico del Consejo Político Nacional de ese partido, presidente de la Comisión Ejecutiva Estatal y delegado en Chiapas. No fue todo, al cumplir los 21 años, el partido lo hizo diputado local en la LXI Legislatura del Congreso de Chiapas, en la cual fue coordinador de su grupo parlamentario, secretario de la Mesa Directiva, integrante de la Junta de Coordinación Política y presidente de la Comisión de Ecología, de 2001 a 2003.

Al despegar tan vertiginosamente en el ámbito legislativo de su entidad natal, Velasco Coello no pudo explicarse lo que sintió: la sombría noche de lo desconocido y, al mismo tiempo, alegría por haber logrado su primer objetivo: conquistar su primer cargo de elección popular, que le serviría, así lo pensó, para ascender y brillar en el mundo legislativo, lo que enorgullecería a su querida madre que continuaba viéndolo como su “pequeño”, mismo oficio que con afán y cariño hacía con María Fernanda, su hermana.

Terminada se primera gestión, descolló en 2003 como el diputado federal plurinominal más joven de la LIX Legislatura; donde fue vicecoordinador y coordinador del grupo parlamentario del PVEM, secretario de la Comisión de Vigilancia, presidente de la Comisión de Concordia y Pacificación, integrante de la Comisión de Vigilancia, e integrante de la Junta de Coordinación Política, hasta 2006. Como legislador, un año antes, en 2005, votó en contra del desafuero de López Obrador.

En 2006 “brincó” al Senado de la República, bajo las siglas de la “Alianza por México” integrada por el PRI-PVEM. En dicha Cámara fue presidente de la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez e integrante de las comisiones de Equidad y Género, Desarrollo Rural y Estudios Legislativos.

Fue entonces cuando ocupar el trono sexenal de su estado natal –como lo hizo su abuelo paterno el doctor Manuel Velasco Suárez y mucho antes, en 1835, como interinamente lo hizo su tatarabuelo José Mariano Coello–, para Manuel, de 32 años, se convirtió en una fijación. Los días, las semanas y los meses se convirtieron en un tormento y, a la vez, en un indescriptible gozo, pues a toda hora y todos los días tenía reuniones públicas y privadas con los miembros del PRI, de Nueva Alianza y, desde luego, del PVEM que en alianza lo habían lanzado como su candidato a la gubernatura de Chiapas (continuará).

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