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Ana María Vázquez
Con la administración del presidente López Obrador se dio libertad irrestricta a los medios públicos; libres de toda regla que los autorregule ya que como hemos visto en el caso de TV Azteca, ni su propio código de ética respetan, los medios se han cansado de bombardear con noticias falsas y campañas de desprestigio hacia la figura presidencial, su familia y la situación del país.
Jonathan Hernández, estudioso del tema, explica que “la desinformación debemos entenderla como información falsa e inexacta para causar daño público” y si bien las redes sociales hacen lo suyo, son los medios públicos los encargados de difundir falsedades ya sea por línea editorial o por buscar “rating”, magnificando un hecho y “novelandolo” haciendo continuas menciones al mismo para tener a la audiencia “caliente”.
Los medios masivos influyen en la conducta de la audiencia, crean modas, tendencias…pero también odio y resentimiento. Hasta el año pasado, 25.3 millones de mexicanos carecían de Internet, su única fuente de información es la televisión pública; 3 de cada 10 personas resultan impactadas por la información que brindan Azteca y Televisa. Cada fake repetida en esa población, es replicada a su vez de padres a hijos, hermanos, etc.
Los presidentes anteriores, usaron el dinero y el retiro de concesiones para someterlos, los periodistas eran asesinados por los gobiernos, muchos reporteros tuvieron la “suerte” de solo perder su trabajo; eran famosas las cartas de la Secretaría de Gobernación, enviadas a los medios públicos para reconvenirlos por su actitud “belicista” aunada a una fuerte multa y la amenaza del retiro de concesión.
El presidente Obrador se negó a seguir esa línea, prometió que respetaría las concesiones y lo ha cumplido, sin embargo, es urgente que, por la salud mental de los mexicanos, la Secretaría de Gobernación haga uso de sus facultades constitucionales y exija VERDAD a los medios públicos. El articulo 6 de nuestra carta magna garantiza la libre manifestación de las ideas, a menos que perturbe el orden público.
Mentir, difamar, falsear altera el orden social de las audiencias y esto debería sancionarse, ¿usted qué opina, Luisa María Alcalde?
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